He aquí, vienen días —declara el Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el Señor; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande —declara el Señor— pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado. (Jeremías 31:31-34).
Pero ahora El ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo. Porque reprochándolos, El dice: Mirad que vienen dias, dice el Señor, en que establecere un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Juda; no como el pacto que hice con sus padres el dia que los tome de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendi de ellos, dice el Señor. Porque este es el pacto que yo hare con la casa de Israel despues de aquellos dias, dice el Señor: Pondre mis leyes en la mente de ellos, y las escribire sobre sus corazones. Y yo sere su Dios, y ellos seran mi pueblo. Y ninguno de ellos enseñara a su conciudadano ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conoceran, desde el menor hasta el mayor de ellos. Pues tendre misericordia de sus iniquidades, y nunca mas me acordare de sus pecados. Cuando El dijo: Un nuevo pacto, hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer. (Hebreos 8:6-13).