Descubre la verdadera apologética

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"El difamador no es un verdadero apologeta" Víctor Ñancucheo


"Lo contrario a la apologética es la calumnia y ver a un cristiano empleando manipulaciones, su narcisismo y chismes, por ejemplo, en YouTube, no es verdadera apologética".


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Introdicción

    La apologética se ve manchada por supuestos “apologetas” en internet que hacen lo contrario: dividir al cuerpo de Cristo como lo hace esta nueva especie de “neocalvinismo” de redes sociales; como también, cualquier expresión aberrante en la predicación del evangelio. El propósito es dar a conocer algunos puntos sobre un verdadero apologeta y la apologética: defensa verbal de la fe, contraria a la difamación; una función para todo creyente, principalmente para no dejarse engañar; requisitos previos para ser un buen apologeta, como la santificación, profundización y el justo juicio al expandir horizontes mentales; un buen testimonio, expresar el carácter de Cristo es más importante; y evitar la contradicción de autodenominarse como “apologeta” y compartir contenido basura, apología con contenido tóxico, apologebasurismo: expertos en falacias de envenenamiento del pozo. La difamación es contraria a la apologética, defensa de la fe, así como la carne es contraria al Espíritu (cf. Gálatas 5:17).


Defensa verbal de la fe

    La apologética es una rama de la teología cristiana. Es un discurso verbal de defensa de la fe: “Al contrario, honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes” (1 Pedro 3:15 RVC). Se trata de responder o defendernos frente a detractores de la fe cristiana. Según Antonio Cruz: “La palabra griega apología, de donde proviene apologética, aparece unas 17 veces en el Nuevo Testamento, tanto en forma de sustantivo [nombre de cosas] como de verbo [acción], y siempre suele traducirse como defensa de la fe cristiana” (Antonio Cruz, 2021, p. 13). Pero en teología se torna en argumentos racionales para defender la fe ante la filosofía de este mundo. Gino Iafrancesco declaró lo siguiente: “El estilo de la Teología Apologética es defensivo; es diferente a la Teología Dogmática…, [que] proclama la verdad, el dogma…, en cambio la Teología Apologética se ocupa en defender, que es diferente de proclamar…, [y] le corresponde combatir el error y la incredulidad derribando y “refutando los argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios“ (2 Co. 10:15)” (Gino Iafrancesco, 1996, p. 15).


    Es curioso que en la definición del diccionario español, el antónimo de apologética sea difamatorio (Real Academia Española, 2024). Claramente, aquellos que supuestamente son “defensores de la fe” recurriendo a calumnias, chismes, cahuines, sensacionalismo, fanatismo, improperios, no pueden considerarse defensores de la fe, sean quienes sean, aunque estén denunciando a un hereje. Lo contrario a la apologética es la calumnia y ver a un cristiano empleando manipulaciones, su narcisismo y chismes, por ejemplo, en YouTube, no es verdadera apologética. El cristiano que recurre a eso es un hipócrita y un falso maestro si está enseñando, así de simple.


“Es curioso que en la definición del diccionario español, el antónimo de apologética sea difamatorio (Real Academia Española, 2024)”.


    La apologética es una función para todo cristiano. Llegará un punto de nuestra vida en que debemos defender lo que creemos. Es voluntad de Dios estar preparados para presentar defensa del evangelio. No todos desarrollan un entendimiento claro y fundamental sobre defensa de la fe, por eso existen engañados, fanáticos, inconstantes, porque ni escudriñan la Biblia: “Escudriñad las escrituras” (Juan 5:39); “Mirad que nadie os engañe” (Mateo 24:4). Es importante considerar la apologética, no tanto en función académica, más bien en la base devocional (una relación con Dios) para ejercitar el discernimiento, no dejarse engañar ni arrastrar por otras corrientes filosóficas o ideológicas:


“Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Colocenses 2:8 LBLA); “para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error” (Efesios 4:14 LBLA).


También heréticas y sectarias:


El mundo tiene sus propias opiniones acerca de los asuntos de los que Dios ha hablado, y el diablo sus mentiras en forma de doctrina; y hay espíritus de error y doctrinas de demonios, que tratan de confundir a las personas, incluso a la Iglesia, acerca de la verdad de Dios. El diablo trata de hacerles creer que las cosas no son como Dios dice, sino como él pretende decirlas, y surge error y argumento de error y argumento de incredulidad (Gino Iafrancesco, 1996, p. 15).


    Con desarrollar un entendimiento prudente en apologética, ejercitará el justo juicio (Juan 7:24), responderá ante inquietudes de la juventud e incluso advertirá de los peligros en redes sociales sobre sujetos, alianzas y trincheras que expresan mentiras, engaños, desinformación en nombre de la “sana doctrina” o “defensa de la fe”.


“Es importante considerar la apologética, no tanto en función académica, más bien en la base devocional (una relación con Dios) para ejercitar el discernimiento”.


Requisitos previos: ¿Qué necesitamos para ser apologeta?

    El apologeta es un defensor de la fe; otros se denominan “apologistas”. Pero un verdadero defensor, independientemente de si adquiere formación teológica o si es autodidacta, considerará, interiorizará y profundizará en los siguientes aspectos, según lo que propongo: 1, la santificación; 2, profundización en la fe; y 3, ampliación de horizontes mentales. La santificación en cuanto a su vida devocional unida al conocimiento elemental de la fe y al conocimiento de otros paradigmas de pensamientos para ejercer un justo juicio y opinar, argumentar y defender con propiedad.


    1. La santificación y amor al prójimo:

    La devoción con Dios es necesaria porque, ¿cómo defender a quien no conocemos? Necesitamos tener vida devocional con Dios. En esta devoción necesitamos expresar amor y santificación. El apóstol Pedro fue enfático cuando se trató de defender la fe. No es defender por defender, ni recurrir al todo vale, el fin justifica los medios, con insultos incluidos…, siempre al presentar defensa debe estar nuestro corazón santificado; si no es más prudente no defender verbalmente la fe: “sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15 LBLA). Sin un corazón santificado, escondido en el Señor, responderemos en la carne. ¿Queremos defender la fe como corresponde, con mansedumbre y reverencia? La santificación previa a la preparación de una defensa verbal de la fe es clave para que nuestra propensión al descontrol sea mínima. No cualquiera debería dedicarse a ser apologeta como una ciencia intencional y metódica, porque es difícil no perder la paciencia; también se requiere recurso económico o una independencia económica óptima. Debemos considerar esto antes de adentrarnos a un ministerio con énfasis en la apologética cristiana. Lo importante es la vida devocional como un aspecto base de nuestra defensa verbal de la fe. Tanto académicos como autodidactas necesitamos la devoción a Dios.


¿Por qué, hermanos, creen que mis palabras se perciben hostiles cuando me refiero a los “apologetas de internet”?


    Porque malrepresentan la fe cristiana, son garroteros que defienden sus egos. Dejan una representación distorsionada de la fe cristiana, son manchas (cf. 2 Pedro 2:2) para el evangelio ante los incrédulos. No son todos los apologetas, por eso entrecomillé “apologetas de internet”, especificando a todos quienes se incluyan en el saco: los que andan en la carne (cf. Gálatas 5:19-21). Es por falta de devoción en sus vidas, hablan más de algún falso maestro o supuestamente “hereje” que de Jesucristo, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Emplean una distorsión (falacia de envenenar el pozo), una mentira de su contrincante al momento de confrontar en un “debate” si es que se puede llamar así.


¿Por qué, alguno se preguntará, no me dedico a la apologética en vez de “criticar” a los supuestos apologetas de internet?


    Porque reconozco que no estoy a la altura, y no tengo los medios necesarios para dedicarme a esto; por lo menos intento ser honesto y consecuente con lo que explico. Mis críticas no son vacías, son una exhortación legítima contra las obras de la carne que puedo ver, independientemente de si sea un apologeta o un hermano de la congregación. Simplemente, al ver un hermano en pecado, ¿no le exhortan al arrepentimiento?, sea quien sea, es el mismo principio. Si van a alimentarse de verdaderos apologetas en internet, disciernan a quiénes escuchar, no cualquier apologebasura de contenido, sino defensa de verdad, sin chismes, ni obras de la carne… Antonio Cruz Suárez dice lo siguiente: “Según el apóstol Pedro, antes de dedicarnos a defender el Evangelio, debemos defender nuestra fidelidad al Evangelio. El apologista cristiano deba, ante todo, estar seguro de que toma su cruz cada día para seguir al Maestro” (Antonio Cruz, 2021, p. 254); también dice: “La apologética que no se hace con mansedumbre, con reverencia y respeto hacia nuestro interlocutor, no es apologética cristiana” (Antonio Cruz, 2021, p. 15). No es solo observación mía. El propósito no es criticar por criticar, sino que ustedes disciernan.


    La falta de devoción a Dios hace que la hipocresía surja en nosotros como obstáculo cuando defendemos verbalmente la fe. Por eso, el énfasis en la santificación. Aparte de que no estamos obligados a debatir con cualquiera: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6). Si sabemos que no va a entender, no quiere recibir o solo quiere imponer su opinión, evitarlo es lo más sabio, porque no nos debemos a aquel, sino a Cristo.


    2. Profundizar en el conocimiento de Dios

    Los fundamentos de la fe; teología bíblica; teología sistemática:


Todo conocimiento comienza con Dios, y así nosotros que deseamos tener conocimiento debemos presuponer la palabra de Dios y renunciar a la autonomía intelectual. "No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová" (1 Sam. 2:3) (Greg Bahnsen, s.f., p. 17).


    La apologética no es solo la vida devocional; requiere una exigencia mental si hablamos de aprender, leer, investigar:


A la santificación del Señor hay que añadirle algo más; y a las personas no basta con presentarle nuestra esperanza, sino también la razón de nuestra esperanza. En ese verso hay una parte devocional (“santificad a Dios en vuestros corazones”), la parte privada, la parte mística, espiritual. Pero también dice “y estad siempre preparados para presentar defensa”. O sea, que el pueblo del Señor, además de santificar al Señor, alabarlo, vivir conforme el Señor desea, con su ayuda, debe afrontar la defensa porque existe ataque. Esa defensa no debe ser solamente improvisada (Gino Iafrancesco, 1996, p. 17).


    La defensa verbal de la fe requiere tener como base un conocimiento pleno de la palabra de Dios, que se logra con oración y lectura bíblica. Necesitamos conocer lo que creemos. No es solo leer una versión al español de la Biblia; se trata de aprender, en lo probable, los idiomas de origen, conocimiento de crítica textual, la bibliología y la hermenéutica. También, sistematizar las enseñanzas y leer distintos aportes de teologías sistemáticas (los 3 tomos de “Teología Cristiana” de H. Orton Wiley o “Introducción a la Teología General” de Gino Iafrancesco, p. ej.), no solo teología bíblica. Se necesita conocer las doctrinas cardinales de la fe; las secundarias; las denominaciones; la historia de la iglesia. Existen otros aspectos técnicos, pero lo importante es conocer nuestras Biblias, crecer en gracia, en conocimiento de Cristo y usar la espada del Espíritu, la palabra de Dios (cf. Efesios 6:17). En palabras de Antonio Cruz Suárez, en su libro “Introducción a la apologética cristiana” dice: “Debemos estar siempre preparados para presentar defensa. Pero para defender la Palabra, hay que conocerla y estar bien preparado… Si alguien cree que puede defender el cristianismo sin haber estudiado diligentemente sus principios fundamentales, está gravemente equivocado” (Antonio Cruz, 2021, p. 254).


    Genial si tenemos oportunidad de capacitarnos en una universidad de estudios teológicos. Mientras no se dé esa probabilidad, con mucha humildad recurrir a la autodidaxia, considerando los aportes de quienes han estudiado. Para ser prudentes y no hablar por hablar, como sucede con muchas personas que se erigen “defensores de la fe”, dicen ser “autodidactas” y ni siquiera saben identificar las presuposiciones de sus contrincantes. Son expertos en suponer, acusar, ridiculizar, apelar al “ad hominem” por no estar de acuerdo con sus planteamientos teológicos y apologéticos.


    3. Conocer otras disciplinas de estudios; otros paradigmas, filosofías

“Un apologeta de gran calibre como mínimo debe dominar gran parte de esto, aparte de haber profundizado en el conocimiento de su propia fe y su vida devocional, o sea, muchos años de estudio”.


    No solo exige conocer metodologías teológicas, también de otras religiones; ideologías y paradigmas no cristianos como ateísmo, agnosticismo, escepticismo, racionalismo. O como Antonio Cruz le llama, “apologética externa”, que practicó el apóstol Pablo en su tiempo (Antonio Cruz, 2021, p. 16). Enfoques académicos multidisciplinar y transdisciplinar; metodología de la investigación: epistemologías o gnoseologías; corrientes filosóficas, entre muchas… No es necesario conocer todo, pero es necesario conocer bien las bases presuposicionales [axiomáticas] de pensamientos contrarios a la fe, para ejercer el justo juicio (cf. Juan 7:24). Un apologeta de gran calibre como mínimo debe dominar gran parte de esto, aparte de haber profundizado en el conocimiento de su propia fe y su vida devocional, o sea, muchos años de estudio, no “un simple pela gato” como decimos en Chile, si hablamos de un apologeta propiamente académico. No cualquiera es apologeta y aquellos que se autodenominan como uno, y su contenido es contienda, defensa de su orgullo, sus herejías o calumnias contra otros hermanos, no se engañe, son charlatanes, así de simple.


    Un autodidacta o quienes no han tenido oportunidad de adquirir académicamente estudios teológicos también pueden ser apologetas, pero necesitamos ser sinceros en cuanto a nuestras limitaciones y recursos a la hora de defender la fe. Hay que reconocer que la formación metódica y académica en una institución de estudios teológicos, por lo general, siempre será mejor; uno aprende en vivo con otros, existe un consenso, hay más filtro de información y apoyo. Existe un horario, hay acreditación y años de respaldo. El autodidacta tiene una iniciativa propia que no depende de la presión horaria al no estar en una institución, pero puede ser más inconstante, porque no existe nadie que supervise, delimite tiempo, corrija y no existe acreditación por el autoconocimiento. Esa es la realidad; sin embargo, aun apelando al autoaprendizaje, se puede dedicar a la apologética, siempre y cuando seamos éticos, digamos la verdad, no recurramos a la sabiduría diabólica como lo es la mentira:


La mentira se tiene que derribar con la verdad; se tiene que desdecir la mentira y demostrar dónde está la falla, dónde está la inexactitud, dónde comenzó la trampa; desmantelarla. Hasta que no veamos con claridad dónde está la trampa, podemos seguir siendo engañados; porque la mentira es un hablar de un demonio (Gino Iafrancesco, 1996, p. 19).


    Si no sabemos algo, simplemente reconocer que no dominamos el tema y con sinceridad restarnos de este tipo de debates, en vez de aparentar algo que no sabemos, porque esta sinceridad proviene de la verdad, y al ser verdaderos honramos a la verdad en persona, a Jesucristo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6) y es una forma implícita de defensa de la fe, aunque nuestro contrincante no lo perciba claramente. Se puede ser un apologeta informal (no académico) que no recurra a la calumnia y al contenido basura. Se requiere mucha humildad y amor por la verdad.


 “Cuando hablamos de núcleo fundamental de vida, para un cristiano no existe neutralidad; o es la fe o la incredulidad, o es para Dios o para el diablo”.


    No sirve para el reino de Dios adquirir conocimiento de esto último, sin tener vida devocional y conocimiento claro, profundo de nuestra fe. Necesitamos tener una vida íntegra para dedicarnos a la apologética. Muchos “apologistas” fallan por dedicarse más a filosofar, repetir argumentos de un filósofo cristiano, sin profundizar en su propio conocimiento bíblico, y se desvían de la fe, negando el castigo eterno literal o alguna doctrina fundamental de la fe. El apóstol Pedro habló de “estar preparados para dar defensa”, y por no estarlo, podemos desviarnos. Gino Iafrancesco enseñó algo crucial para todo aquel que quiera dedicarse a la defensa de la fe:


Existe algo que se llama preparación para la defensa, para la apología. Esa preparación primeramente es espiritual, pero debe ser integral, porque Satanás nos va a atacar donde haya un punto flaco. La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Todo el poder de la cadena radica en el eslabón más débil, no en el más fuerte. No importa si hay eslabones fuertes, la cadena se rompe por el más débil. Y si nosotros descuidamos un eslabón, por allí va a buscar el diablo una grieta para meterse y destruir la Iglesia. Por eso la Palabra habla de una preparación y ésta debe ser integral: Espiritual, intelectual, e incluso física, porque hay momentos en que se requiere estar bien físicamente para el servicio del Señor. “...presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (Gino Iafrancesco, 1996, p. 17).


    Cabe exponer lo que dice este autor de corte presuposicionalista en cuanto a la defensa de la fe:


Los creyentes Cristianos no deben caminar, no deben comportarse o vivir, de una manera que imita el comportamiento de aquellos que no son redimidos; Específicamente, Pablo prohíbe al Cristiano imitar la vanidad de la mente del incrédulo. Los Cristianos deben rehusarse a pensar o a razonar de acuerdo a una mentalidad o perspectiva mundana. El agnosticismo culpable de los intelectuales del mundo no debe ser reproducido en los Cristianos como supuesta neutralidad; esta perspectiva, este enfoque de la verdad, este método intelectual evidencia una comprensión oscura y un corazón endurecido. Se niega a inclinarse ante el Señorío de Jesucristo sobre todas las áreas de la vida, incluyendo la erudición y el mundo del pensamiento (Greg Bahnsen, s.f., p. 10).


    Se puede aprender varias cosas: 1. No imitar el comportamiento de un mundano, p. ej., “las obras de la carne”; 2. No pensar con los rudimentos del mundo (cf. Colosenses 2:8); 3. No debemos ser neutrales (cf. Ezequiel 22:26; 2 Corintios 6:14); y 4. No inclinarnos a ideologías contrarias al señorío de Cristo (cf. Mateo 6:24). Cuando hablamos de núcleo fundamental de vida, para un cristiano no existe neutralidad; o es la fe o la incredulidad, o es para Dios o para el diablo. No existe término medio. En la apologética es lo mismo, para realizarla no debemos ser neutrales, indiferentes o dejarnos llevar por pensamientos contrarios a Cristo. Para eso necesitamos ampliar nuestras perspectivas mentales sin negociar lo nuclear de nuestra vida, la fe en Cristo:


El creyente es orientado a evitar la filosofía que está enraizada en las presuposiciones mundanas, humanistas y no cristianas (Colosenses 2:8). En cambio, está llamado a arraigarse en Cristo y confirmarse en la fe (v. 7); sus presuposiciones deben ser los preceptos y doctrinas de Cristo, no las vanas tradiciones de los hombres (cf. vv. 3, 4, 22; 3:1-2) (Greg Bahnsen, s.f. p. 14).


    Una cosa es entender o conocer cómo piensan otras corrientes de pensamiento, incluso contrarias a la fe, pero no significa estar de acuerdo; es solo conocer y, al presentar defensa de la fe, hacerlo con un juicio correcto, sin mentir sobre lo que enseña una ideología contraria.


    Quiero ser enfático en esto: En redes sociales existe una proliferación de “apologetas”, guiados por cahuines controversiales, el “clickbait”, la monetización de su contenido que de sembrar como corresponde, en la paz del Señor, la palabra de Dios. La monetización no es mala; el problema está en el corazón: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45 LBLA).


Testimonio

“La obra del Espíritu no debe ser reemplazada por dedicarse a la apologética, más bien, la apologética debe dar lugar al Espíritu”.


    Cabe resaltar que no es suficiente la formación teológica por sí sola; tampoco dedicarse a la defensa verbal de la fe cristiana. La obra del Espíritu no debe ser reemplazada por dedicarse a la apologética, más bien, la apologética debe dar lugar al Espíritu. En Hebreos 11 habla de la fe: “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1), y su contexto sobre la manifestación testimonial de la fe en los hombres de Dios, prueba tangible de la realidad de la fe, Dios y el evangelio, “por la fe alcanzaron buen testimonio los antiguos” (Hebreos 11:2). El testimonio es fundamental para dar espacio en los corazones de las personas y que sean receptivos al mensaje, por lo tanto, a la apologética. Las personas serán reacias a nuestra apologética cuando tenemos mal testimonio, aunque tengamos los mejores argumentos filosóficos y teológicos. Por eso, no es una alternativa crear contenidos calumniosos para un apologeta cristiano:


Actualmente abundan en el mundo personas que exponen sus ideas con una especie de beligerancia arrogante y agresiva. Hablan o escriben de tal forma que dan a entender que aquellos que no comparten sus ideas son, o bien ignorantes, o bien malvados. Tratan de imponer siempre su pensamiento a los demás y no les interesan las respuestas o réplicas que puedan hacerles porque, en el fondo, no están dispuestos a cambiar su punto de vista o a matizar sus conclusiones (Antonio Cruz, 2021, pp. 28-29).


    Al dar espacio a la obra del Espíritu en nosotros, nuestra defensa verbal de la fe será con mansedumbre, con las características espirituales de la sabiduría divina (cf. Santiago 3:13-18) y no habrá necesidad de recurrir a una falsa acusación hacia un contrincante. El cristiano no debe ser mentiroso. Los “youtuberos” cristianos no deben ser cahuineros, a menos que sean de Satanás y no de Cristo:


Si los enemigos de la fe descubren fisuras en nuestra vida, las aprovechan para hundirnos y difamar el Evangelio. Solamente una conducta íntegra, sincera, coherente e irreprensible (inocente ante la Ley), prudente y con dominio propio, es capaz de hacer callar la calumnia y desarmar las críticas. El ejemplo de nuestra vida debe hacer más fácil a los demás creer en Dios (Antonio Cruz, 2021, p. 254).


Uno de los propósitos:

    Todos somos llamados a estar siempre preparados para dar defensa. Lo expuesto es para dar características y discernir si estamos ante un verdadero apologeta. Si somos ignorantes sobre argumentaciones sofisticadas para una defensa verbal de la fe, es entendible. No quiero presionar a que de aquí en adelante usted, hermano o hermana, empiece a defender la fe con argumentaciones complicadas, sino que considere prepararse, principalmente para no ser engañado: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido” (2 Timoteo 3:14). Viviendo la fe, dar buen testimonio es más importante que defender verbalmente la fe, pero incentivo a dar un esfuerzo de comprender más de nuestra fe, considerar la apologética para no caer en engaños.


Contradicciones

    Se ha hablado de lo que no es un apologeta. Eso es evidente al momento de exponer lo que es un apologeta. Y el problema es cuando no tenemos nociones claras entre uno verdadero y uno falso. Las características contemporáneas de estas contradicciones, discordancias o hipocresías es cuando comparten una prédica, contenido, foto, cualquier información con estas características:


    1. Sensacionalismo: ¿Han visto esos vídeos en que aparecen unas portadas con el dueño asombrándose de algo? ¿Se han fijado sobre títulos llamativos y capciosos que al momento de ver el contenido no tienen que ver, incluso, es lo contrario? En el mundo cristiano, cuando estos inconsistentes promueven alertas o desinformación, su escatología se vuelve amarillista, estilo reality show; su dispensacionalismo se vuelve “dispsensacionalismo”, la doctrina del miedo, de un rapto por obras, películas de terror; celebridad del momento más que la Biblia. ¿Me tiene que importar lo que haga Shakira, el pastor fulano, los Juegos Olímpicos o lo que Cristo dice en su palabra? ¿Por qué desesperarse por lo que dice Ricky Martin o la doctora Polo sobre Dios, si ni son cristianos?, pero el sensacionalismo tergiversa nuestra percepción y nos distrae con estas cosas, se vuelve idolatría, nos aleja de Cristo. Y, después veo estos mismos hermanos, seguidores de estas sensaciones (porque el sensacionalismo apela a las sensaciones, emociones o sentimientos) decir: “no seguimos a Dios por emociones, sino por la palabra de Dios, por fe”. ¿Ven la inconsistencia? Esto no es apologética, es sensacionalismo.


    2. Conspiracionismo: Las teorías de la conspiración son una cosa; no tengo problemas cuando especulan y aclaran que es su opinión, o que puede ser o no ser…, pero cuando se mezcla con el fanatismo, el autoritarismo de pensamiento, anticiencia, malas sospechas y se dicen “apologetas”. Qué inconsistencia. Aseguran algo y no les importa si asesinan la reputación de alguien. Según están por la “verdad”, pero no les importa por falta de ética, ensuciar a quienes cuestionen sus especulaciones. Dan por sentado que sus teorías de la conspiración son verdad y, si objetas, te acusan (mintiendo) de que los iluminatis compraron tu conciencia… Existen cosas que pueden ser y no ser en cuanto al territorio de las teorías conspirativas; el problema es cuando se vuelve conspiranoica. Por ejemplo, hablan más de la marca de la bestia que de Cristo, adoran más la marca de la bestia que aprender de Dios en la Biblia, porque se dedican más a promover las conexiones con el ocultismo que a diseminar la palabra de Dios. Precisamente por ese énfasis idolátrico en lo diabólico es que demuestran no nutrirse de Dios y su palabra; también pasó con eso de la tierra plana, una fascinación horripilante, una secta de pensamiento horrible. Así, con esta clase de pensamiento autoritario, a lo conspiracionista (no son todos los conspiracionistas), “apologetas” se alzan en contra de aquellos que no están de acuerdo con su pensamiento, incluso, contra académicos más preparados que aquellos. Es como el “calvinista de etapa jaula” que mencionó R. C. Sproul: "esos creyentes reformados recién llegados que son tan agresivos e impacientes que deberían estar encerrados en una jaula por un tiempo para que puedan calmarse y madurar un poco en la fe" (R. C. Sproul, 2013), pero se encierran como una condición permanente… Algunos son inconsistentes, porque niegan los avances científicos o la utilidad de la filosofía, cuando ellos mismos están usando computadores, celulares, libros, al decidir o argumentar con presuposiciones o conocimiento filosófico…, o sea, unos incongruentes. Esto no es apologética, es conspiracionismo.


       “adoran más la marca de la bestia que aprender de Dios en la Biblia, porque se dedican más a promover las conexiones con el ocultismo que a diseminar la palabra de Dios”.


    3. Apologebasurismo: Es interesante la acuñación de “apologebasura” por Juan Pablo Martínez (2023) sobre el contenido basura en internet de influencers, youtubers y trol de internet. Ser influenciador no es negativo en sí, tampoco youtuber. Resulta problemático el mismo principio, del corazón de la persona que realiza contenido basura. En este “apologebasurismo”, contenido chatarra o “macdonals”, existe mezcla de sensacionalismo y conspiracionismo: comparten el mismo principio de brindar falso testimonio. La Escritura es clara cuando dice: “No darás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20:16 LBLA); también en Proverbios sobre las cosas que el Señor aborrece:


Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. (Proverbios 6:16-19).


    La persona que promueve apologebasurismo (apología con contenido basura) expresa el chisme y la discordia. Cuando se une al sensacionalismo, se sobreexageran las cosas apelando a las sensaciones y los sentimientos descontrolados de los interlocutores o receptores del contenido, hace que apagues el fruto del Espíritu y que expreses el emocionalismo de lo que genera este contenido sensacionalista; si se une al conspiracionismo, se sobreexageran las distorsiones cognitivas, la sobregeneralización, el pensamiento autoritario, el sectarismo, las falacias de evidencia incompleta (Cherry Picking), la polarización como en políticos autoritarios de izquierda y de derecha; se propaga un falso testimonio, porque se comparte el contenido basura como una verdad absoluta, ignorando el justo juicio bíblico. De verdad es un contenido tóxico, que no tiene un componente ético cristiano, menos apologético, porque la apologética no es sinónima de calumnias. El apologebasurismo no es apologética, es apologebasurismo…


    Estos componentes propuestos por mí, observo sobre esta contradicción existente en “apologetas” de redes sociales. Pretender defender la fe con sensacionalismo, conspiracionismo o apologebasurismo es una tremenda incongruencia. Incluso, algunos incluyen discurso de odio como el racismo (supremacismo), xenofobia o el antisemitismo. Las personas que promuevan estos componentes en sus contenidos, por más intelectuales, sofisticados y racionales que suenen, no son defensores de la fe. Está lejos de ser apologética cristiana propiamente, según el apóstol Pedro: “sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15 LBLA).


“cuando estos inconsistentes promueven alertas o desinformación, su escatología se vuelve amarillista, estilo reality show; su dispensacionalismo se vuelve “dispsensacionalismo”.


Conclusión

    ¿Realmente somos apologetas? Todos estamos llamados a defender la fe, pero no todos la defienden como corresponde. El verdadero apologeta es un cristiano consistente con su fe; continuamente conoce a Dios en su vida devocional; profundiza en su propia fe y explora distintos pensamientos para juzgar con justicia. No se deja gobernar por pensamientos contrarios a Cristo, no recurre a la calumnia para defender la fe. Apologética antónima de “difamatoria”. Cualquiera que dice defender la fe, pero no rinde cuentas en su congregación, no se congrega, es conspiranoico, sensacionalista y promotor de contenido basura, es un difamador, no un apologeta cristiano: “en efecto os escribí que no anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ese, ni siquiera comáis” (1 Corintios 5:11 LBLA). Si no es nuestro fuerte la argumentación sofisticada en defensa de la fe, por lo menos, considerar conocer nuestra fe para no caer en engaños. Por lo menos, si no sabemos defender verbalmente la fe, defendámosla implícitamente con un buen testimonio: con una vida santificada. Es mejor que saber argumentos sofisticados y recurrir a la mentira como los impíos. Y, más que defender la fe con argumentaciones filosóficas, es defenderla con una vida de buen testimonio: expresar el carácter de Cristo es más importante.


Bibliografía

Bahnsen G. (s.f.). Siempre listos: Instrucciones para defender la fe (Ed. Randy Booth). Presuposicionalismo.

Cruz Suárez A. (2021). Introducción a la apologética cristiana: la evidencia de Dios. Clie.

Iafrancesco Villegas G.(1996). Introducción a la teología general. Publicaciones cristianas.

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Sproul R. (25 de noviembre de 2013). Escaping the “Cage Stage”. Lingonier. https://learn.ligonier.org/articles/escaping-cage-stage 

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