Estudios Básicos: Autoridad y sometimiento

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El Señor demanda sometimiento, tanto para nosotros, nuevos o antiguos en la fe, pero no es a ciegas, tampoco demandada totalitaria, sectaria, forzada, pasando a llevar nuestra conciencia, porque así, se comportan fanáticos, dogmáticos en sus opiniones, legalistas y quienes no son cristianos, más bien, es someternos voluntariamente. Añadir que, del convencimiento se encarga el Espíritu Santo y los ministros deben exhortar o reprender con mansedumbre, si fuese necesario, pero no imponer a la fuerza su voluntad por sobre la de Dios en los demás.

Entonces, veremos la autoridad, las distintas facetas y sus limitaciones y, por último, el sometimiento, requisitos a considerar de quienes están en autoridad y mantener respeto.
 

Origen de la autoridad

La autoridad viene de Dios y el apóstol Pablo dijo a los creyentes romanos que se sometan a las autoridades que Dios constituyó, esto indica, una orden para todos nosotros:

"Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas" (Romanos 13:1).

Acá por supuesto, se refirió a las autoridades romanas, también en general y en nuestro tiempo, podríamos decir teóricamente y para diferenciar, a las autoridades "seculares", democráticos acá en occidente, a fin de ser irreprensibles ante la sociedad, dejando en alto el evangelio de Cristo:

"Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien" (1 Pedro 2:13-14).

En cuanto al cuerpo de Cristo, el origen de la autoridad también es Dios, pero directamente por medio de su cabeza, es decir Cristo:

"Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo" (Efesios 5:23).

Y la cabeza de Cristo es Dios:

"Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios" (1 Corintios 11:3).

Jesús resucitado de entre los muertos, le fue entregado toda autoridad:

"Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18).

Y, esta autoridad no es dada por Dios a nadie más, es el Soberano y su autoridad directa está por encima de toda autoridad.
 

Autoridad de la verdad

La autoridad de la verdad es la clase de autoridad que Dios reveló a sus hijos en la escritura, y rige la verdad objetiva en todo el universo. Estos mandamientos son eternos y, fueron dadas en circunstancias históricas y pactales, por ejemplo, el último pacto de Dios con Israel a través del sacrificio de Cristo, el nuevo pacto (Jeremías 31:30-32; Hebreos 8:6-13). Esta autoridad está junto con la autoridad de Dios, por encima de autoridades humanas y de autoridades delegadas en Cristo.

La palabra del Padre es la verdad, así decía Jesús al Padre, para que sus discípulos fuesen santificados con ella y de esta manera, seamos apartados de pecados:

"Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17).

Las palabras del Padre y su doctrina están reveladas en la escritura que, a su vez, fue escrita por personas inspiradas por el Espíritu de Dios y no vienen del hombre mismo:

"Pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios" (2 Pedro 1:21).

Con esta palabra inspirada por Dios, por ende, su verdad, es útil para capacitarnos y perfeccionarnos en toda buena obra:

"Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17).

La verdad y su fuente viva, es una persona llamada Jesús de Nazaret, el Cristo de Dios:

"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6).

Esta no tiene su origen en nosotros, a menos que, estemos viviendo el evangelio. Podemos tener la verdad o parte de la verdad, porque no siempre tenemos toda la razón, pues, nos podemos equivocar, esto es, producto de no ser infalibles.

Para saber si el hermano, autoridades, autoridades delegadas están o no en la verdad, no basta con sentir al Espíritu, o con saber de estudios bíblicos sistemáticos e intelectuales, sino comprobando junto a las escrituras, y, por ende, el contenido de la predicación, su actitud, si contradice o no las enseñanzas de Jesús, si anda en el Espíritu, o anda conforme a la naturaleza pecaminosa. Esta forma de discernimiento espiritual tiene que ser pedido previamente en oración a Dios.

Entonces, debemos obedecer a Dios en primera instancia, por lo tanto, a su autoridad soberana y a su autoridad de la verdad, antes que, a nuestros pensamientos y opiniones, antes que las autoridades delegadas, sobre todo, si están contradiciendo algún precepto, estén callando la verdad o, no están procediendo conforme a esa verdad de Dios. Si un hermano está ejerciendo su autoridad delegada por parte de Dios y se está yendo contra las enseñanzas de Cristo, entonces, por obediencia a la verdad, a Dios y a su palabra, tenemos autoridad para no obedecer a tal rebelde, sin embargo, no debemos tener actitud altiva, sino mansa y humilde.
 

Autoridad delegada en Jesús

La autoridad delegada es la clase de autoridad que Dios reparte a sus hijos para ejercer una determinada función en la tierra, con el propósito de edificar a la Iglesia de Cristo, esto se da solo en discípulos de Cristo. Esta clase de autoridad es aplicada al ministerio, como el diaconado, ancianos, pastores, evangelistas, y esta autoridad es limitada a esas funciones, porque nosotros no tenemos toda la autoridad soberana, porque no somos Dios.

Es ejercida por personas comprometidas, probadas, maduras en la fe, llenas de mansedumbre, que Dios ha preparado y no es dada por este mundo ni la fama.

También, consiste en servir y no andar de déspota, como de capataz airado, o esa clase de autoritarismo que da el mundo y cómo se comportan los hijos del diablo, Jesús da una clara enseñanza respecto a este tema:

Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:25-28).

Dios constituyó el ministerio de los apóstoles y profetas para establecer el fundamento de la Iglesia, que son la doctrina de Dios, siendo el principal, el Señor Jesús:

"Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular" (Efesios 2:20).

También, constituyó el ministerio de evangelistas y pastores que nos instruyen, para fundamentarnos en la doctrina de Jesús, de los apóstoles y profetas, edificando sobre ese fundamento doctrinal con sus respectivas autoridades delegadas y se manifiesta sirviendo de esta manera en el cuerpo de Cristo:

"Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Efesios 4:11-12).

Es una gran responsabilidad ejercer la autoridad delegada, porque no es para cualquiera, no para aquellos que no han pasado por un proceso de quebrantamiento continuo en todas sus áreas posibles, de su orgullo y la experimentación en la negación a sí mismo, porque es necesario ser disciplinados, ser quebrantados por Dios y tener buen testimonio, manifestando el carácter de Jesús para ejercer esta autoridad. La autoridad delegada de Dios está subordinada y sujeta a su autoridad verdadera y directa, para así, corregir si algún ministro está en error, porque, está la responsabilidad de enseñar correctamente la palabra y ninguno de nosotros somos infalibles.

Ahora, miremos las siguientes referencias que enseñan cuáles son las características que debe cumplir alguien va a ejercer de parte del Señor una autoridad delegada, en cuanto al pastorado:

Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo (1 Timoteo 3:2-7).

Debemos respetar a los hermanos que ejercen sus ministerios, por lo tanto, a la autoridad delegada que Dios ha dado. Si realmente son de Dios, entonces, aunque pueden equivocarse, se esforzaran a cumplir las funciones de estar alertas y cuidar las almas de los hermanos que tienen a cargo:

"Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros" (Hebreos 13:17).

Ellos son dignos de doble honor y es agradable delante del Padre en que, a estos hermanos brindarles apoyo, ya sea contribuciones, ofrendas, dinero, compartirles recursos, herramientas teológicas para enriquecer su conocimiento de Cristo y tenerlos en gran estima, recordarlos en las oraciones, porque ellos son esforzados y también, necesitan sustentar sus gastos básicos:

Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: No pondras bozal al buey cuando trilla, y: El obrero es digno de su salario. No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos (1 Timoteo 5:17-19).

Y, por último, evaluar el resultado de su conducta y si ha sido buena, imitar su fe:

"Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe" (Hebreos 13:7).

Es una gran bendición estar sometidos a estos hermanos, por lo tanto, respetemos y ayudemos en todo lo que necesiten, de manera bíblica.
 

Conflicto de autoridad

Debemos obedecer a las autoridades de nuestro país, siempre y cuando estén en armonía con los mandamientos de Dios, si no es de esa forma, no debemos obedecer esa autoridad:
 

Ley de Jesús vs interpretación confusa de la ley

En el caso del divorcio, si en la ley de cualquier país permite dar carta de divorcio por cualquier causa, es decir, si es por maltrato físico o porque al marido no le gustó la comida, pues no debemos someternos, en este caso, divorciarnos, porque está en rebelión contra el mandamiento de Dios que habló Jesús concerniente al matrimonio y al divorcio de esta manera, aunque en el caso de agresiones, podemos separarnos (que no es divorciarse necesariamente) para evitar muerte:

También se dijo: “CUALQUIERA QUE REPUDIE A SU MUJER, QUE LE DE CARTA DE DIVORCIO.” Pero yo os digo que todo el que repudia a su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer repudiada, comete adulterio (Mateo 5:31-32).

Los fariseos e intérpretes de la ley en su época, daban carta de divorcio a sus mujeres (contexto matrimonial) por "cualquier causa", porque estaban interpretando la ley de esa manera, influenciada por la interpretación más liberal dada por la escuela de Hillel1, la cual, decía que, esa cosa indecente de lo que se hablaba en Deuteronomio 24:1 concerniente a dar carta de divorcio, significaba por cualquier causa o motivo, lo cual, hacía entender que, el hombre podía dar carta de divorcio por cualquier causa, tal cual, como expresaban su lenguaje los fariseos e intérpretes de la ley, al hacer esta pregunta a Jesús más adelante en Mateo 19:3: "... ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?", sin embargo, Jesús respondió y los corrigió diciendo que, desde el principio Dios repudia el divorcio y da a conocer este detalle, que desde el principio, aunque no es la norma, sino la excepción, solo permite el divorcio por causa de inmoralidad sexual, por supuesto, después de haber apelado al principio de la humanidad, esto da a entender que es para todo matrimonio en todo el mundo y no exclusivamente al desposorio judío o solo a los judíos (Génesis 2:24), pues Jesús no va a contradecir al Padre, porque vino a aclarar y a confirmar las cosas:

Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés DARLE CARTA DE DIVORCIO Y REPUDIARLA? El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio (cf. Génesis 2:24). Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio. (Mateo 19:7-9).

Entonces el mandato de Dios es si estamos casados no nos divorciaremos por cualquier causa, aunque el estado o la ley de nuestro país lo permita y, si en un matrimonio cristiano hay problemas de peleas, agresiones, la exhortación más recomendable es humillarse ante a Dios, pidiendo guía y aliento, y esperar la respuesta de Dios a esa situación, en constante oración y consejo pastoral, pero no divorciarse a la ligera o por cualquier motivo ofendiendo a Dios, salvo por causa de infidelidad, como Jesús lo permite.
 

Alcance de la inmoralidad sexual

La infidelidad tiene que ver con toda clase de perversión sexual, si bien, por raíces etimológicas2 son diferentes entre ellas, porque son categorías que describen la variedad que hay en los pecados sexuales, sin embargo, la inmundicia, el adulterio, la lascivia, sexo con animales o con muertos, con prostitutas o entre el mismo sexo, toda depravación sexual es inmoralidad sexual y la palabra fornicación incluye, encerrando todas estas, por ende, si nosotros estamos en matrimonio y nos entregamos a la fornicación, ya sea, a relaciones sexuales ilícitas, nos entregamos a la prostitución con otra persona ajena a nuestro vínculo matrimonial, puede ser otra mujer, otro hombre, prostitutas, encuentros de orgías, tríos, también, sexo con animales, consumiendo pornografía, entre otros, estaríamos depravando y adulterando nuestro vínculo matrimonial, es decir, con cualquier clase de fornicación adulteramos nuestro matrimonio.

Es mejor obedecer a Dios antes que a los demás, porque lo que Dios juntó no debemos separarlos, es decir, que las leyes de nuestra nación, de clanes o tribus, no los separe.
 

Sobre el divorcio

Aclaro que, no es mi intención incitar al divorcio, pues el Señor espera que seamos comprensivos y en caso de infidelidad, lo mejor es mover nuestro corazón a la misericordia, así como Dios perdona todas nuestras faltas por confesar nuestros pecados, él espera que perdonemos las veces que sea necesario. Sé que es un asunto difícil y requiere mucha sabiduría, pero si una persona persiste en ser infiel y no muestra frutos dignos de arrepentimiento, pues, el divorcio es la opción más viable, después de haber intentado todo para restaurar el matrimonio, teniendo presente que el Señor, aborrece el divorcio (Miqueas 2:16) por las causas equivocadas, con esto, se ve claramente la perfecta voluntad de Dios y es no divorciarse, pero lo permite en casos extremos, no como una regla, sino como una excepción.
 

Autoridad para desobedecer, pero con humildad

En cuanto a autoridades delegadas, si alguien está ejerciendo de forma aberrante, es decir, no como manda Dios, sino que, con altanería está enseñando sus tradiciones denominacionales, por encima de la escritura, es decir, puede estar despreciando el conocimiento teológico, dando énfasis a un sensacionalismo, puede estar negando ciertas verdades bíblicas, quizás está promoviendo falsas doctrinas en las oraciones y en los cultos reiteradamente, también, puede estar autoproclamándose "bíblico", pero sin actitud de humildad y no está manifestando el carácter de Jesús, y por tanto, contradiciendo lo que Dios dice, entonces, no tenemos que obedecer, aun así, debemos tener actitud de sumisión y de respeto hacia ese hermano, no de rebeldía, pero no debemos obedecer lo malo que está haciendo, sino lo bueno.

Cuando estemos en esa situación, podemos reprender, pero si es de edad avanzada debemos exhortarle como a un padre:

"No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre..." (1 Timoteo 5:1).

Y, exponer de manera mansa y misericordiosa su error por medio de la autoridad de la palabra de Dios, porque está por encima de cualquier autoridad delegada. Siempre debemos tener actitud de respeto y la esperanza de restauración de ese hermano en desobediencia. Si es un impío, casi nunca entenderá corrección y si sigue predicando con malas actitudes, debemos apartarnos, denunciar advirtiendo a la iglesia, para no seguir su espíritu de error. Es necesario pedir mucho discernimiento en estos asuntos.
 

Sometimiento

El sometimiento es vital para nosotros, es una actitud importante ante Dios y es digna de poner en práctica.

Este sometimiento no es impulsado por el miedo de nuestra naturaleza caída, porque este paraliza en posibles decisiones importantes para nuestras vidas y la cobardía es pecado (2 Timoteo 1:7; Apocalipsis 21:8), sino por amor verdadero y agradecimiento, impulsado por el Espíritu Santo, en nosotros, porque su perfecto amor vence nuestro miedo pecaminoso (1 Juan 4:18) y aclarar que, el temor a Dios es lo mejor que podemos optar, porque este temor es santo, pues nos aparta del pecado y del mal (Proverbios 16:6) y está unido al amor, a la santidad y al dominio propio.

Tampoco, se trata de someternos ciegamente a alguien que dice cosas "en el nombre de Dios", sino consciente y a la luz de la biblia, evaluando siempre si es tal cual como Dios demanda.

Por último, es un sometimiento voluntario, porque el Señor declaró que, quien le ama guarda sus mandamientos (Juan 14:15), podría decirse que es una "obligación voluntaria"3, una orden autoritaria dada por Dios con la diferencia que, le place que sea de corazón agradecido, de buena gana, pero este mundo, las sectas y el diablo pueden obligar, aunque tales acciones sean malas, por muy mínimas que sean.

Consideremos seriamente el sometimiento, por ende, debemos expresar actitud dócil, humilde, sumisa ante Dios y las autoridades delegadas. No es bueno rebelarnos contra la autoridad de Dios o contra una autoridad delegada, o sea, tener actitud altiva, soberbia o rabiosa, porque quien opera en oposición a toda autoridad de Dios es Satanás.

Saúl, Coré y Judas (1 Samuel 15; Números 16:1-40; Lucas 22:47-48; Mateo 27:3-5) son ejemplos bíblicos de rebeldía a la autoridad de Dios, porque cuando se tiene conflicto directamente con la autoridad, entonces Dios lo trata inmediatamente, mientras que los patriarcas, Moisés, y los apóstoles (Hebreos 11:1-35; Hechos 5:29-31), entre muchos otros, son ejemplos de obediencia a la autoridad de Dios. Y, por último, dejo el siguiente versículo, que habla de condenación personas impías, una de sus características es su rebeldía a las autoridades:

(…) y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio, especialmente a los que andan tras la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas cuando los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor. Pero éstos, como animales irracionales, nacidos como criaturas de instinto para ser capturados y destruidos, blasfemando de lo que ignoran, serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas, sufriendo el mal como pago de su iniquidad(…) (2 Pedro 2:9-13).

Dios nos ayude en que como cristianos, iglesia o discípulo de Cristo, si estamos inmersos en pecados de rebeldía, es decir, guiados por pasiones desordenadas, que nos corrija, con tal de que cambiemos verdaderamente y seamos salvos. Para tener amplitud en estos temas, recomiendo leer: "Autoridad Espiritual" del autor Watchman Nee.
 

Conclusión

La autoridad tiene su origen en Dios, pero el Señor delega parte de su autoridad, para determinadas ciertas funciones. Características de la autoridad delegada en hermanos que ejercen sus funciones para edificar, sirviendo al cuerpo de Cristo, esto debemos respetar; también, como identificar conflictos de autoridades; por último, la importancia en someternos a Dios la diferencia entre sumisión de lo alto de la sumisión pecaminosa, y no seamos rebeldes, sino, cultivemos actitud de respeto, docilidad, aun, con quienes se equivocan. Es mejor obedecer a Dios antes que a los demás.

Gloria sea para nuestro Padre.

[Actualización el 9 de abril de 2021].  

Notas:
1 Wikipedia, La enciclopedia libre. 2021, “Hilel”, última modificación el 13 de febrero de 2021, https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Hilel&oldid=133200471 .
2 Fornicación o inmoralidad sexual en su raíz griega es “Pornéia”, y adulterio es “Moicao”.
3 Es simplemente la implicación de “obedecer de corazón”, no es solo de forma obligatoria, tampoco solo de forma voluntaria, sino las dos características a la vez.

Fuente:
Ñancucheo Víctor. "Autoridad y sometimiento". En Estudios Básicos, ed.2, 24-29. Santiago: 2021. Edición en PDF.

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