Evitar lo consagrado al anatema

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Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. (Josué 6:18 RVR1960)

Contexto

Josué y el pueblo de Israel en ese entonces, estaban a punto de conquistar Jericó, por orden del Señor. Hubo sus organizaciones como "rodear la ciudad" (vv.3, 7), "tocar los cuernos" (vv.5, 8), "llevar el arca" (v.6), "gritar" (v.10), entre otros, pero lo principal es que se pudo pasar esas murallas y conquistar Jericó (v.20). Ciertamente este versículo base en Josúe 6, es relatado como parte de las condiciones, una advertencia antes de entrar de lleno a conquistar esa ciudad, de "guardarse del anatema", anatema quiere decir: maldito. Esto no era una simple condición, sino una gran advertencia, muy importante por lo demás y que lamentablemente fue desobedecida por Acán, de la tribu de Judá (7:1), una de las consecuencias fue que después perdieron contra el pueblo de Hai (vv.4-5), porque con este pecado, el Señor los entregó a ellos, por cuanto "tomaron del anatema", violaron su pacto y su ira estaba encendida (vv.11-12). Como dato adicional: podemos observar también que en la traducción LBLA, en la parte que dice "guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema", lo traduce de esta manera: "...guardaos ciertamente de las cosas dedicadas al anatema, no sea que las codiciéis y tomando de las cosas del anatema...", por lo que nos da una idea más clara de lo que conllevaba tomar de esas cosas, es decir, codiciar, cosas del corazón, y también cuando dice "cosas dedicadas al anatema", o sea, cosas consagradas a la ciudad de Jericó (6:17) y posiblemente a algún ídolo, pero lo real es que era pecado codiciar y apoderarse de estas cosas, porque llevaban a la idolatría, que lamentablemente no afectó sólo a quien pecó, sino al pueblo entero, es decir, las consecuencias del pecado no confesado oportunamente puede acarrear muchos males que bien.

Contextualización

Nosotros como iglesia tenemos nuestras propias luchas, personales, sociales, espirituales principalmente, y que debemos derribar las fortalezas pecaminosas, pero con la ayuda del Espíritu de Dios (Zacarías 4:6) y no por nuestra propia fuerza, porque moriremos en el pecado (Romanos 8:13). Podemos estar siguiendo instrucciones bíblicas para luchar estas batallas, por ejemplo: con toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18), accionando las disciplinas espirituales, como orar (Mateo 6:9-13), estudiar la escritura (Juan 5:39), etc. También ejerciendo algún don espiritual (1 Corintios 12:4-11) y en un estado muy firme en la santificación (1 Tesalonicenses 4:3), pero, siempre estando alertas, sabiendo de que hay mandamiento de apartarse de pecados, de evitar las cosas ofrecidas en este mundo, que son ofrecidas a Satanás y que al nosotros codiciar estas cosas, es que viene consecuencias a nuestra vida, porque no cuidamos de nuestro templo, porque nos contaminamos con los ídolos cuando pecamos, por debilidad y por negligencia, esto provoca la ira de Dios, mas si sabemos la verdad, es más, leamos los siguientes pasajes:

No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: Habitare en ellos, y andare entre ellos; y sere su Dios, y ellos seran mi pueblo. Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; y no toqueis lo inmundo, y yo os recibiré. Y yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. (2 Corintios 6:14-18)

Entonces, podemos estar luchando, pero que muchas veces tropezamos, porque nos confiamos, tenemos un tesoro pecaminoso en nuestro corazón, porque ahora ya no es solamente tocar algo físicamente, tocar cosas, dinero, objetos, estatuas consagradas al anatema, sino que desde nuestro corazón podemos tener algún pecado y no lo confesamos oportunamente. Nuestras luchas por conquistar ya no son necesariamente materiales, terrenos e imperios, porque ya no estamos en los tiempos de guerra como en los tiempos bíblicos o por lo menos no de la misma manera, pero sí tenemos una lucha por conquistar y es principalmente someter nuestro propio cuerpo, y vaya, que difícil es dejar ese pecado regalón, ese "talón de Aquiles", esa codicia, esa inmoralidad, esa rabia, esas contiendas, ese orgullo, que prácticamente se vuelven ídolos, nuestro punto débil, y es por eso que tenemos malas consecuencia, por eso hay cosas que no nos resultan, porque no protegemos nuestro corazón suficientemente, no pedimos santificación al Señor necesaria, esa ración diaria que necesitamos, fallamos en lo poco y como una torre de naipes se derrumba todo nuestro esfuerzo, toda nuestra diligencia en lo mucho, a veces no entendemos por qué a nuestra familia o a nuestros seres queridos les pasan ciertas cosas, como accidentes, muerte súbita, o asalto y no nos damos cuenta que muchas de estas situaciones pueden ser perfectamente por nuestra negligencia en el clamor o por andar en pecados, andamos como Acán, que escondió su tesoro anatema, pero que en cuanto a nosotros ocultamos el pecado, nuestra codicia, nuestro amor al billete, nuestro adulterio, nuestra fornicación, nuestra idolatría o lo que sea pecaminoso y no lo confesamos oportunamente a Dios, porque ¡No evitamos lo consagrado al anatema!, mientras que por un lado, cuando nos santificamos, nos consagramos a Dios y nos apartamos del pecado, por otro lado, cuando pecamos, eso pecaminoso nos consagra a Satanás y a sus demonios, nos aparta de la santificación y de la protección de Dios, es por eso que hay consecuencias.

Aplicación

De acuerdo con lo expuesto, podemos aplicar en nuestras vidas lo siguiente:

  • Como nuestra lucha es principalmente espiritual, tenemos necesidad de una cobertura del mismo estado y que mejor que Dios, el cual, es nuestra fuente principal, nuestro Padre: "Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad." (Juan 4:24), con esta fuente espiritual de Dios, podemos hacerle frente a toda batalla y por supuesto, como el Señor quiera.
  • Seguir las instrucciones que el Señor da, los medios de gracia para pelear de manera mas efectiva esta batalla, las disciplinas esenciales son la oración y el estudio de la palabra, el propósito es que estemos en un estado de purificación y santificación, principalmente de nuestro corazón, y algo muy importante, llanura espiritual (Efesios 5:18).
  • Tomar muy en cuenta la gran advertencia de "no tocar o no codiciar lo maldito", siempre en nuestras batallas, sean cuales sean, y es perfectamente aplicable a lo que el apóstol Juan escribió: "Hijos, guardaos de los ídolos." (1 Juan 5:21), aún después de la victoria.
  • No confiarnos en nosotros mismos, siempre acudir en ayuda a Dios para hacer frente diariamente a nuestra lucha contra el pecado y contra los principados somentiéndonos a Dios (Santiago 4:7), pero nuestra lucha en cuanto a nuestra debilidad es la huida, sobre todo si son pecados sexuales (1 Corintios 6:8), es la mejor opción.
  • Si hemos pecado, confesemos oportunamente (ahora mismo) la falta, con la disposición de apartarnos del pecado, para hallar misericordia (Proverbios 28:13) y evitar una mala consecuencia mayor para nosotros o para nuestro alrededor, para hacerle frente a nuestros enemigos de esta vida, sin tropiezo y obedecer el llamado de Dios, tal cual como se lo dijo a Josué en su momento, el cual dice de esta manera: "Levántate, consagra al pueblo y di: “Consagraos para mañana, porque así ha dicho el Señor, Dios de Israel: ‘Hay anatema en medio de ti, oh Israel. No podrás hacer frente a tus enemigos hasta que quitéis el anatema de en medio de vosotros.’" (Josué 7:13), por ende, no podemos vencer nuestras batallas si tenemos una debilidad sin trata, es decir, el pecado no confesado por "codiciar las cosas dedicadas al anatema", no podemos vencer nuestras batallas si andamos en un yugo desigual con un impío, con un anatema.

Conclusión

¿Para qué evitar lo consagrado al anatema?, para no ofender a nuestro Dios, para no provocar su ira, para no andar derrotados, para tener una libre consciencia para con Dios y para con la hermandad, para no caer en idolatría y ser condenados. Así que hermanos, evitemos lo consagrado al anatema, evitemos codiciarlo, evitemos endurecer nuestro corazón con los ídolos que afectan nuestra alma, que ensucian nuestro corazón y que nos esclavizan a Satanás. ¿Hay mucha derrota en nuestras batallas? ¿No hemos tomamos en cuenta esta advertencia de dejar lo anatema? es hora de ver si es por codiciar lo anatema, ese pecado que codiciamos en nuestro corazón. Que el Señor les de fortaleza y discernimiento espiritual para dejar de lado todo tipo de pecado. Bendiciones en Cristo.

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