Rompimiento de hábitos pecaminosos

Nuestra lucha es con el poder del Señor

No es ilusión, ni legalismo, sino la realidad de muchos de nosotros, en cuanto a la lucha contra el pecado, por el cual, por distintas circunstancias, no experimentamos libertad en la plenitud de Jesús.


El poder del pecado manifestado en "hábitos pecaminosos"


Cuando hablo de "romper hábitos pecaminosos", no me refiero necesariamente a que se pueda hacer de un día para otro, más bien, a que ese "rompimiento" puede ser un largo proceso para desarraigar de nuestra alma un hábito pecaminoso que se formó muchos años antes de que el Señor Jesús nos redimiera. Sacar o "desaprender" esa costumbre pecaminosa instalada en nuestro interior, ese mal hábito que nos está aquejando, aun siendo salvos por gracia, y nos hace tropezar con la misma debilidad, porque es placentera para la carne y sigue produciendo un disfrute momentáneo al pequeño descuido, pero engañoso que trae desesperación y muerte. Todo esto estorba a que seamos plenos en Jesús, a experimentar la verdadera libertad de la esclavitud del pecado.

La realidad de la esclavitud y la esperanza del cristiano

Lo que planteo no es una ilusión, tampoco legalismo ni poner cargas que no se puedan soportar, sino la realidad de muchos de nosotros, sobre todo, jóvenes y jovencitas cristianas que puedan estar esclavizadas a la pornografía, a la masturbación, a la droga, al alcohol, a la mentira, entre otros, y por esta causa, me ha sido necesario hablar de este tema: "Que en Cristo sí hay liberación, que solo con el poder de Dios podremos luchar contra el poder que ejercer el pecado".

A nuestra manera, siempre estaremos esclavizados por el pecado, rendidos a sus deseos ilusorios, a su placer engañoso, por más que digamos y comprendamos que: "Jesús es el Señor; sin santidad nadie verá al Señor; somos salvos por gracia; Dios es soberano; la pornografía es pecado; las cinco solas de la reforma; sola scriptura, gracia preveniente; libre albedrío; hermenéutica...".

O, si nos decimos: "Soy de sana doctrina; soy conservador; siervo o sierva inútil; apologista; un cristiano autocrítico; un pecador redimido por Jesús; tengo un PhD; etc.

Lo anterior, ante esta realidad son solo palabrerías, porque son inefectivas ante los apetitos de la carne.

La ayuda efectiva del Espíritu Santo 

Reconocer lo dañino que es el pecado es uno de los pasos, pero necesitamos más que eso para romper esos hábitos pecaminosos.

Solo con la ayuda del Espíritu, sometidos a Jesús, adorando en espíritu y en verdad a nuestro Padre podremos permanecer libres. Miremos esta palabra: "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". (Romanos 8:13 RVR1960).

Y, se aplica en que, por nosotros mismos, con nuestros métodos, méritos y por fuerza humana no podremos hacer morir las obras de la carne, pero con el poder del Espíritu, conforme a la perfecta voluntad de Dios lo podremos lograr.

Medios de gracia o disciplinas espirituales

Por medio de esas disciplinas básicas (una de ellas es la oración) que producen beneficios espirituales, cuando estamos firmes en Cristo, en su santificación, podemos comenzar a adquirir más dominio propio, que es una cualidad del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). El dominio propio se opone a las obras de la carne, porque es implicación de "andar en el Espíritu", y por eso, lo planteo como "disciplinas espirituales". Podríamos decir que, la manera para romper hábitos pecaminosos es cultivando hábitos espirituales, a través de estas disciplinas, haciendo entender que, es para toda la vida, diariamente y que implica, vivir para Dios, en santificación (1 Tesalonicenses 4:3).

Conclusión

Esto no lo expresé para personas que han alcanzado la "perfección" en su legalismo, sino para pecadores, como tú y como yo, personas necesitadas de Dios, para recordar que, en Cristo hay verdadera libertad, si nos sometemos de corazón a sus mandamientos, esto implica que, nos ayudará a romper con estos malos hábitos, porque es su voluntad, pero debemos rendirnos a él:

"(...) Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (...) Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres". (Juan 8:31-32, 36 RVR1960)

La paz de Cristo sea con todos.

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