En el cuerpo de Cristo: hay variedad

¿Quienes somos para desconocer esta verdad?

Cada persona, de acuerdo a su personalidad, habilidad, capacidad, dones espirituales, madurez tiene la oportunidad, libertad y decisión de expresar su edificación en Cristo, de acuerdo a la necesidad del momento y como Dios quiera. Y, si al Señor le plació dejar constancia de esta variedad en el cuerpo de Cristo:

 

¿Quiénes somos para prohibir o desconocer esta verdad?



«Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él» 1 Corintios 12:27 LBLA.


Unidad en Jesús 

En Cristo somos uno, sin perder la personalidad y cualidades como seres humanos. Como seres humanos, estamos constituidos por distintas variables. Las variables personales como: el sexo, los genes, la raza y el estado civil. Las variables sociales como: el clima, la cultura, las especies y los países. 


En Cristo, no perdemos esas variables ni la individualidad. La diferencia es que, por su causa, fuimos constituidos por medio de la fe su cuerpo, la Iglesia. Y, tenemos una sola identidad en Cristo.


Variedad en el cuerpo de Cristo

Desde expresiones temperamentales o procesos cognitivos. Movimientos, denominaciones y escuelas de pensamientos también son causas de nuestras diferencias. Hasta el lenguaje tiene sus diferencias hablando de idiomas, dialectos y símbolos. Todo eso importa cuando asimilamos y compartimos el mensaje evangelístico.


Entonces, es natural la existencia de variedades dentro de la iglesia. Se nota en los escritores inspirados por el Espíritu al dejar constancia de la Palabra de Dios escrita. 


El problema viene cuando: cierto grupo se alza como la voz de la verdad, de una infalible que pretende transmitir mensajes uniformes, es decir, una tonalidad, proceder, actuar, sentir, manifestar o animar.


Doctrinas fundamentales y secundarias

Existen verdades cardinales en el cristianismo: la divinidad y humanidad de Jesús; la Trinidad de Dios; el castigo eterno; la salvación solo por gracia... Lo que estamos obligados a creer para identificarnos con Cristo. Si no creemos, aunque sea un solo punto de estas doctrinas pilares, no tenemos cristianismo. En eso, no hay mayor problema. 


Existen verdades o doctrinas secundarias: el dispensacionalismo, posmilenialismo o amilenialismo; la seguridad o perdida de la salvación... Son importantes, pero en cuanto a la salvación no son necesarias de entender con profundidad, a diferencia de las cardinales que sí influyen en la salvación. Estas doctrinas secundarias no deberían ser dogmas para todos, y este es el problema: cuando ciertas personas consideran doctrinas secundarias y puntos de vistas como dogmas, es decir, —verdades innegables— para todo cristiano, condenando a otro grupo de cristianos por no creer de esa manera.


En las iglesias cristianas evangélicas se observan formas de predicar, de exponer el sermón y de compartir el evangelio. Los presbiterianos predican de una forma más calmada y expositivamente. Los pentecostales de forma emocionalmente expresiva. Unos hermanos se expresan con seriedad; otros con alegría. Es una realidad que debemos entender de una vez por todas.


Cuando no se reconocen estas variedades dentro de la fe, es donde se generan roces, sectarismo y se propaga el pecado. 


Distintos estilos de predicación

Del teólogo llamado Pablo Jiménez (2021, 19-21) en su libro «El ABC de la predicación» disponemos de una lista sobre distintos enfoques o estilos de predicación:


Cuatro formas sermonarias de acuerdo a su fuente:

  1. El sermón expositivo.
  2. El sermón narrativo.
  3. El sermón temático o doctrinal.
  4. El sermón de ocasión.

Cuatro áreas básicas de acuerdo a su propósito:

  1. Evangelización.
  2. Educación cristiana.
  3. Cuidado pastoral.
  4. Desafío profético.

En las cuatro formas sermonarias entendemos:

La predicación expositiva se caracteriza por su énfasis en el texto bíblico como centro del mensaje. La predicación narrativa se enfoca en hechos históricos del texto bíblico y de otras fuentes. La predicación doctrinal o temática sobre asuntos teológicos, doctrinas como el infierno o la salvación en Jesús; o, temas como el amor, la paciencia, la pereza y su relevancia en la actualidad. La predicación de ocasión sirve para fechas de celebración como la Navidad, un aniversario o el día de la Reforma Protestante. 


También, se entiende por «ocasión» como una predicación espontánea sin un listado de notas previa, dejando que el Señor se exprese libremente.


En las cuatro áreas básicas entendemos:

La predicación evangelizadora enfatiza alcanzar a los perdidos, proclamar las buenas nuevas de salvación, las consecuencias del pecado y la esperanza cristiana. La educación cristiana enfatiza el discipulado, el desarrollo espiritual y la capacitación. El cuidado pastoral enfatiza los consejos, la guía, el cuidado por las personas en la congregación, tanto individual como socialmente. Y, el desafío profético motiva a vivir el amor; reprende e impulsa a actuar con justicia y aborrecer el pecado.


Todas estas cubren diversas necesidades de la comunidad cristiana. Son distintos énfasis a promover para que todos sean edificados.


Diferencias individuales, dones y ministerios

El apóstol Pablo en la iglesia en Corinto, expuso sobre el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-27), sus diferencias (vv. 14, 27) y puntos en común (vv. 12, 26). Somos uno y a la vez distintos; tenemos una misma identidad bajo el nombre Jesús, tenemos nuestra propia identidad redimida y distintas capacidades para ejecutar tareas: «Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo… (v. 12), Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular» (v. 27).


La variedad de dones espirituales (vv. 1, 4-11), por tanto, distintas funciones: quien tenga el don de profecía enfatizará en la predicación de acuerdo a la potencia de ese don; quien tenga el don de enseñanza, su predicación tendrá énfasis didáctico, nuevamente conforme a la potencia de ese don del Espíritu:

 

No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales… (v.1), Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere (vv. 4-11).

 

También, en Éfeso, sobre los distintos ministerios (Efesios 4:11). Quién ejerza la función de pastor predicará con un énfasis amigable, cuidadoso y terapéutico con los hermanos. Quien ejerza la función de evangelista recalcará en su predicación lo evangelístico, el perdón, el arrepentimiento, lo que Jesús hizo por su vida y desafiará, motivará y reprenderá a la iglesia para salir a predicar: 


Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (vv. 11-13).

 

Por lo tanto, hay distintas maneras de edificar al pueblo de Dios. De las diferencias individuales, las diferencias por la naturaleza de los dones espirituales y más diferencias por las funciones ministeriales.


Si entendemos que existen distintas maneras de edificar y variedad de estilos de predicación, entonces, dejemos de imponer un solo estilo de predicación. No es voluntad de Dios casarnos con un solo énfasis, tampoco rechazar la diversidad de edificación de sus diferentes énfasis ni reducir el evangelio a generalidades sectarias.


Excesos al momento de la predicación

Aunque en la predicación hay motivación, no todo es motivacional, porque las necesidades no siempre son por falta de ella. Por el contrario, existe un extremo de consentir el pecado por sobre estimular con «charlas motivacionales» sin considerar los mandamientos de Dios, sino que inflan la avaricia, el egoísmo y la codicia.


En la predicación se usa la razón, pero no todo es racionalizado, pues la razón no puede cubrir todas las necesidades misteriosas de la fe en los creyentes. El racionalismo es un extremo que influye a creyentes para no ser edificados místicamente, porque se niega lo milagros, la sobrenaturalidad del evangelio y la vigencia de algunos dones espirituales a causa de la razón, sola razón.


La predicación contiene un ingrediente desafiante y es necesario, pero no todo se trata de provocar reacciones incomodas. Hay necesidades que requiere de la acción de los creyentes, por ejemplo, dejar el pecado y evangelizar, pero existe ese extremo desafiante enfocado en condenar todo (satanizar). El tema de la «generación de cristal» dentro de nuevas generaciones de cristianos es un síntoma reaccionario al enfoque legalista y perfeccionista en la predicación, y estilo de vida. No necesariamente porque les disguste la verdad o la confrontación de sus pecados; el motivo detrás de ese rechazo puede ser tanto por causas como la mundanalidad en ellos mismos o la condenación extrema de supuestos paladines de la fe a como ellos sienten en Cristo, incluso, pueden ser por ambas. El extremo de provocar cae en lo que el Apóstol Pablo mencionó a los Corintos como «metal que resuena, o címbalo que retiñe» (13:1) y refleja falta de autodominio, porque pueden ser pasionales y sensacionalistas cuando se trata de criticar o denunciar a quienes consideren sus enemigos. Muy parecido a la actitud de los fariseos.


La predicación puede ser condescendiente, pero no todo es pasividad. Se puede ser condescendiente en lo bueno, estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24), pero cuando cae en tibieza, pereza y adulación es peligroso. La pasividad que no contempla la acción activa de hacer la paz, es solo indiferencia.


En la predicación hay enseñanzas, pero no todo es teórico, pues, existen enfoques prácticos porque hay necesidades prácticas. No toda predicación requiere seguir ciertas pautas, a veces con un «Dios te ama» cargado de devoción es la necesidad a cubrir. Las necesidades prácticas a cubrir requieren de actuación, por ejemplo, ayudar a un hermano con escasez, requiere de sustento, no solo un sermón sobre hay que dar. Lo mismo si es por una enfermedad. La predicación para cubrir necesidades urgentes requiere de exhortar a la audiencia a actuar en breve, en ayuda, más que pasar 2 horas explicando.


La Escritura es palabra profética, pero no todo mensaje tiene enfoque predictivo, también tiene mensajes simbólicos que necesitan entenderse y se requiere de la enseñanza. 


La predicación tiene distintos aspectos al ser comunicada. Y, Dios, de acuerdo a nuestras necesidades nos hablará por medio de la predicación y usará a quien estime conveniente. Tengamos cuidado de no apagar, esa variedad, lanzando al aire una sobre generalización encapsulando el mensaje del evangelio a solo nuestro estilo favorito. Un estilo de prédica es una característica, no una generalidad. 


No es bueno condenar a hermanos que predican el evangelio de forma diferente. Mientras sea el evangelio de Cristo, hay libertad.


Variedad en la edificación

Cada persona, de acuerdo a su personalidad, habilidad, capacidad, dones espirituales, madurez tiene la oportunidad, libertad y decisión de expresar su edificación en Cristo, de acuerdo a la necesidad del momento y como Dios quiera. Y, si al Señor le plació dejar constancia de esta variedad en el cuerpo de Cristo: 


¿Quiénes somos para prohibir o desconocer esta verdad?


  • Porque se trata de respetar a Jesús.
  • Porque se trata de respetar a la Iglesia. 
  • Porque se trata de respetar al hermano.
  • Porque se trata de respetar a cada individuo, su capacidad y su necesidad.
  • Porque si respetamos a Jesús, a la Iglesia, al hermano, a los individuos con sus capacidades y necesidades, estamos amando.
  • También, se trata de edificar con libertad de conciencia y con variedad de opciones.

Todo lo anterior, nos ayudará a evitar la división, el orgullo y los malos entendidos.


La falta de sabiduría en la predicación

Existen predicadores que sobrealimentan las pasiones desordenadas con mensajes endulzados, motivacionales y desnutren el verdadero sentido de la autocrítica o la necesidad de negarse a sí mismos. Otros que hunden y dañan al prójimo, subestimando el gozo y los sentimientos espirituales de los creyentes cuando son edificados en Jesús, desnutriendo su vida espiritual con mensajes provocativos, violentos, desmotivadores, pesimistas y sobrealimentando la división, el resentimiento, la «reaciedad contra Dios» y contra la iglesia verdadera. Estos dos extremos son malos para el cuerpo de Cristo y parten de la misma base pecaminosa, el orgullo, aplicado en: imponer solo una manera de predicar o de compartir el mensaje; la división de solo enfatizar el pecado, ya sea: consentirlo con mentiras o reducir el evangelio a la condenación de pecado, sobre todo, juzgar a los demás sin misericordia.


Hay personas con problemas en el trabajo, problemas familiares, cansancio, conflictos con la depresión o hastiado de vivir que, al llega a una congregación para buscar consuelo en Dios no falta el imprudente que solo predica tratando de miserable a la Iglesia o de pecador si no se mueven como locos al recibir el mensaje. Estas cosas espantan y alejan de la salvación a cualquiera que necesitaba consolación de parte de Dios en ese momento. La ignorancia sobre las distintas formas de predicación y de necesidades es una de las causas.


En vez de llegar a una congregación para ser edificados, nos encontramos con un corazón contencioso en la predicación insensible a la necesidad que tengamos o, con otro corazón emborrachado de adulación al predicar que incentiva la codicia y el materialismo, alejando nuestro corazón de la voz de Dios y de la salvación. A veces, pienso que necesitamos reformar la predicación, depurar cosas y calibrar los énfasis, por supuesto, sin comprometer lo fundamental en el evangelio.


No reflejan sabiduría de Dios estas situaciones. Predicadores de un solo tema y de un tono de predicación no disciernen bien la necesidad del pueblo, no predican con justo juicio. Se nota que no tienen comunión verdadera con los demás e ignoran sus verdaderas necesidades, sobre todo, cuando se trata de la salvación del prójimo. Tampoco refleja sabiduría de nuestra parte al rechazar otros estilos de predicación y juzgar a la ligera a los predicadores; algunos nos parecerán más liberales; otros, más fundamentalistas; un hermano más permisivo y misericordioso; otro hermano más pesimista y reaccionario. Si no reconocemos esto, también causamos divisiones en la Iglesia.


El Señor no nos salvó para dividir

El Señor no nos salvó para tratar como basura a nuestros hermanos en la predicación. Tampoco, a consentirlos y desviarlos para alimentar anhelos egoístas. No hagamos el papel de Satanás. 


Recordemos bien lo anterior cuando prediquemos


Hay variedad en el cuerpo de Cristo, por eso, no todo es confrontar el pecado, usar lenguaje desafiante. No todo es denunciar al falso maestro. También hay exhortación, enseñanza, himnos, obras de fe y misericordia, oración, intercesión, restauración, dones espirituales, fruto del Espíritu, entre otros. Todo conforme al propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros.


—Hay variedad—.


Conclusión

  • Somos un solo cuerpo en Cristo, y no perdemos la individualidad.
  • Existen variedades como personas, denominaciones e idiomas.
  • En las doctrinas secundarias podemos diferir, también en la predicación, porque hay variedad en ella como en las necesidades. También, en la predicación, existen destinas fuentes sermonarias, distintos propósitos y sus respectivos énfasis.
  • Los dones espirituales y los ministerios por sus potencias influyen en la diversidad de la predicación: un evangelista no predicará con la erudición que pueda tener un predicador con el don de palabra de ciencia.
  • Excesos en la predicación: unos que enfatizan en adular; y otros en despreciar; algunos promueven una sobre humanización con la sola emoción y otros una deshumanización racionalista con la sola razón. Y, la variedad en la edificación es con el propósito de amar a los hermanos.
  • La falta de sabiduría y la ignorancia sobre las distintas formas de predicación no edifican con base a las necesidades de los demás ni vienen del corazón del Señor, más bien, promueve, la división, el sectarismo y en énfasis: la carnalidad, tanto libertina como legalista.
  • Hay variedad en el cuerpo de Cristo, en la predicación y en las necesidades a cubrir. No hagamos el papel de Satanás. Recordemos esto. 

Paz del Señor.


Bibliografía

Jiménez, Pablo. El ABC de la predicación. 2021.


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