Ten ánimo, porque el Señor es con nosotros

el Señor nos involucra: «para que cumplamos (plural) toda justicia» (Mateo 3:15) - Estudiando Su Escritura

«Si con un corazón sincero servimos al Señor eso basta para cumplir el requisito de la humildad, pues, nos estamos sometiendo a Dios y no hacemos lo que nuestra naturaleza pecaminosa quiere...».
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En Mateo 3:13-15 comprendemos que Juan el Bautista no quiso bautizar a Jesús, por su propia necesidad de Dios. Jesús le dijo que dejara: para cumplir toda justicia.

Juan el Bautista no quería hacerlo, pues reconoció su limitada existencia ante un ser ilimitado como lo es el Señor Jesús. Pero, no había comprendido que el Señor sí permite que un ser limitado pueda involucrarse para cumplir propósitos. También que lo estaba involucrando para obedecer al Padre.

A veces, nos cegamos en nuestros defectos y límites. Sabemos sobre la humildad e intentamos serlo, pero nos centramos en nuestras limitaciones, en vez de las capacidades y propósitos recibidos de lo alto. Limitamos al Señor y se puede convertir en una falsa humildad, esa que no viene de la fe, sino del miedo como lo descrito sobre el siervo de la parábola de los talentos (Mateo 25:24-26, 30). También de esa falsa humildad que su raíz es el orgullo, pues nos centramos en nosotros mismos, pero en el autodesprecio de la esencia humana. Algo contrario a Dios, quien vino a redimirla en Jesús.

El Señor sabe que, si servimos de corazón alineados a motivaciones divinas, a su voluntad, no hay pecado. No es soberbia obedecer y reconocer nuestro papel dado por Dios, no es gloriarse a sí mismos o con base a deseos egoístas como ciertas personas creen equivocadamente, sino glorificar al Señor, pues al reconocer que somos hijos de Dios (Juan 1:12) y el llamado en el Señor (Romanos 8:28), estamos afirmando la verdad, su obra, su gloria y no simplemente la nuestra. Estamos siendo sinceros y humildes.

No debemos apocarnos, porque no depende de nuestros méritos, sino del que nos llamó a su luz admirable (1 Pedro 2:9) y de lo que Cristo hace en nosotros.

Además, el Señor nos involucra: «para que cumplamos (plural) toda justicia» (Mateo 3:15), eso le dijo a Juan el Bautista y éste obedeció. No fue soberbia de Juan bautizar al Señor Jesús. El Señor tampoco lo reprendió como si Juan se glorificara a sí mismo. De igual manera, no lo es cuando servimos al Señor, cuando realizamos su obra o dejamos que se manifieste por medio de un don espiritual para restaurar al hermano, porque él es con nosotros, como lo estaba con Juan.

Si con un corazón sincero servimos al Señor eso basta para cumplir el requisito de la humildad, pues, nos estamos sometiendo a Dios y no hacemos lo que nuestra naturaleza pecaminosa quiere, cuando quiere autoenaltecernos o autodespreciarnos.

Decirnos «siervos inútiles» (Lucas 17:10) sirve, y es para recordar que no es por mérito propio, especialmente para el corazón que tiende a enaltecerse pecaminosamente al «cumplir la obra de Dios». Pero en otros casos, no es correcto abusar de este mandamiento para paralizarnos con la excusa de que «estamos robando la gloria a Dios» o que «somos basuras y gusanos insignificantes» cuando el Señor para glorificarse, nos anima y manda a realizar su obra, y que seamos participes, porque de él viene; también, para no negar su obra divina en nosotros, pues somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17). Esto realmente glorifica a Dios.

El Señor no solo quiere involucrarse con nosotros, también quiere que tengamos el ánimo para valorarnos y no limitarnos con nuestra incapacidad, sino seguir adelante y cumplir su obra. Él está con nosotros.

Paz del Señor.


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