Vida cristiana: un enfoque sistémico

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"el estudio bíblico es obediencia, no es solo conocimiento intelectual y no se limita a la abstracción de conocimientos".


"el estudio bíblico es obediencia, no es solo conocimiento intelectual y no se limita a la abstracción de conocimientos".


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Introducción

        Somos salvados por la gracia de Dios y sigue esta misma influyendo en nosotros. Acá expongo un enfoque sistémico, entendido como un conjunto de áreas distintas del ser humano, pero entrelazadas, es un concepto sacado de la salud, cuando hablamos de una afectación sistémica, como una gripe o resfriado, no sola afecta con dolor de cabeza, también el estómago, dolores musculares a la vez. Así, aplicado en todas esas áreas antropológicas del ser humano, por lo tanto, del creyente. La vida cristiana afecta sistémicamente, de manera positiva nuestro ser y el entorno, no solo intelectual, solo temperamental o solo conductual, más bien íntegra y es andar en la voluntad de Dios. No escribo esto porque no existan aportes de este tipo, sino para confirmarlos. En pleno siglo XXI estamos inmerso dentro de culturas y sistemas de pensamientos racionalistas, intelectualistas en cuanto al conocimiento, y esto afecta, para bien o para mal a la iglesia. Expongo sobre la vida cristiana recordando lo sistémica, integral u holística de su aplicación. “Hacedores de la palabra” y “amarás al Señor con todas nuestras fuerzas” son exhortaciones potentes, no meras conjeturas abstractas ni solo acciones. Por eso, hago eco de la integridad de la vida cristiana al momento de la aplicación del conocimiento de Dios, la palabra de Dios, influenciada por la cultura para aplicar a nuestra cultura; discernir la verdadera sabiduría, advertencia de la irreverencia; la importancia de la edificación por ser agentes espirituales; evitando los reduccionismos fundamentalistas o sectaristas que no se fundamentan en un sano juicio.


Hacedor de la palabra

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).


        La vida cristiana está fundamentada en Jesucristo, así el Señor describió a los prudentes de los imprudentes: 


»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó y grande fue su ruina» (Mateo 7:24-27 NVI).


        El apóstol Pablo recordó a los corintios lo siguiente: “todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo” (1 Corintios 10:4 LBLA), el fundamento de nuestra fe a los efesios: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20) y el autor de la carta a los hebreos lo siguiente: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreos 12:2). Una verdad que todo creyente, eso quiero creer, compartimos unánimes.


        El Señor obró en nosotros por gracia, por medio de la fe: “Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie” (Efesios 2:8-9 RVC). Nos acogió y dispuso medios de gracia para disciplinarnos, es decir, crecer espiritualmente, discernir entre lo puro de lo impuro, madurar en el amor, santificarnos y abundar en buenas obras.


Dentro de la cultura

        La vida de un cristiano no está libre de toda tendencia cultural. Cada uno de nosotros vivimos en un trasfondo cultural, en filosofía podría decirse la influencia espacial externa de un individuo y en psicología como factores externos. Cuando decidimos vivir cristianamente no podemos eliminar todo ese trasfondo, esa influencia externa o ambiental, porque vivimos en una sociedad, pero sí evitar con la gracia de Dios lo pecaminoso, guardarnos sin mancha del mundo (Santiago 1:27). Rescatar y recrearse con lo bueno de la mano de la voluntad de Dios (cf. Proverbios 10:3; Mateo 26:39; Romanos 8:28; 1 Pedro 2:15-16). No se puede divorciar completamente el conocimiento de Dios y el conocimiento de los seres humano, ejemplo evidente son los autores de la Escritura, donde fueron inspirados por Dios (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21) sin perder su intelecto, cosmovisión, estilo de expresión lingüística, idioma influenciadas de la propia cultura donde nacieron. La naturaleza de las Escrituras, o Biblia como se conoce hoy en día, se compone de elemento divino y humano; la palabra de Dios expresada en lenguaje humano, para que humanos la entendamos. El apóstol Pablo consideró en su momento todo como basura, como expresó a los filipenses:


Cuidaos de los perros, cuidaos de los malos obreros, cuidaos de la falsa circuncisión; porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne, aunque yo mismo podría confiar también en la carne. Si algún otro cree tener motivo para confiar en la carne, yo mucho más: circuncidado el octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible. Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo (Filipenses 3:2-8 LBLA)


        Sin embargo, todo ese intelecto y experiencia adquirida los usó por amor a Cristo. Esa dicotomía[1] la expresó en cuanto a qué preferir, a Cristo o sus logros personales porque estaba exhortando a los filipenses a no confiar en la carne (v. 3), entonces, el apóstol para fortalecer su exhortación mencionó dos opciones, y por supuesto, prefirió a Cristo sobre sus logros. Pero, el apóstol usó esas influencias sometidas al señorío de Cristo, por consiguiente, su trasfondo cultural, histórico y literario al escribir sus cartas bajo inspiración divina. Por eso, la cultura y el cristiano están relacionados y Dios no ve mal esto, más bien, no se habría molestado en dejar su testimonio divino en nuestras palabras (idiomas humanos).


        La vida cristiana no está aislada de la palabra de Dios, del conocimiento humano, de tradiciones, del trabajo, de la familia, de la cultura, de la historia, de los estudios, de las necesidades humanas: intelectual, comportamental, emotivas y caritativas. La vida cristiana tampoco está aislada completamente de la política, de la economía, de las guerras y de las demandas sociales. La iglesia está presente en el mundo como luminaria: 


Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. »Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo. (Mateo 5:13-16 DHH)


        Baluarte de la verdad: “la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 1:15 RVC) y representante de Cristo ante los incrédulos: “Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!” (2 Corintios 5:20 LBLA). La vida cristiana es dinámica, en el sentido flexible en aplicar principios espirituales a medida que transcurren los tiempos y las generaciones, pero también es estática, en el sentido de conservar principios inamovibles de Cristo, la ley divina y su sentido para todos: el evangelio, las buenas nuevas de salvación y vida eterna.


        Entonces, la vida cristiana no es solo seguir la voluntad de Dios revelada en la Escritura, también es influenciada por la cultura y para seguirla en la misma, considerando todos los aspectos antropológicos del ser humano, por consiguiente, de la iglesia. Lo que compete es aplicar los principios cristianos en nuestro entorno.


En la predicación y conocimiento

        Cuando se trata de la predicación, el conocimiento es fundamental, principalmente el teológico y después conocer lo que nuestra generación enseña. Existen excepciones donde hermanos sin un sólido conocimiento bíblico, por el poder de Dios hicieron que multitudes de personas confesaran a Cristo. Su vida consagrada fue un factor que cubrió esa necesidad, sin embargo, son excepciones por la misericordia de Dios porque en su perfecta voluntad quiere que todos le conozcamos personalmente, no solo en oración profunda, sino por medio de las Escrituras: “Ustedes escudriñan las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen la vida eterna; ¡y son ellas las que dan testimonio de mí!” (Juan 5:39 RVC); “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3 RVC); “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento…” (Oseas 4:6 LBLA). La preeminencia del conocimiento teológico cristiano es el conocimiento de Dios en la predicación, la palabra de Dios para nuestras vidas, aplicado en la cultura y a sus necesidades.


        El Señor inspiró a sus siervos para dejar constancia de su voluntad. Un testimonio para nuestra esperanza: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4). Nosotros siglo XXI tenemos traducciones para comparar y aprender la palabra de Dios desde distintas perspectivas. Una traducción al español es una interpretación de un texto crítico de griego, hebreo y arameo, además de las ideas preconcebidas de los intérpretes, no viene de aire o de la nada. Tenemos muchas traducciones para comparar y enriquecer nuestros conocimientos, son útiles para un pueblo que no maneja los idiomas origen. La traducción Reina Valera 1960 (RV1960) fue traducida del Texto Crítico Recibido[2], compuesto por Erasmo de Róterdam (1466-1536); la Biblia de las Américas (LBLA) del Texto Crítico (27.ª edición de Eberhard Nestle). Además, existen recursos para comprender el contexto cultural, historia que se da en libros cristianos históricos, hermenéutica, homilética (hablando de predicación), concordancias, diccionarios y comentarios bíblicos. Entonces, el conocimiento está. Muchos hermanos han invertido sus recursos, dejando escrito material para facilitar nuestra comprensión y accesibilidad, en sencillas palabras: tenemos traducciones de la palabra de Dios, fieles a su mensaje y es suficiente para entender lo fundamental. 


        El estudio teológico y la oración van de la mano como base para nuestra predicación. Entendiendo como una amonestación o exhortación íntegra. Es importante entenderlas como disciplinas espirituales. Recordando que el estudio bíblico está incluido en la obediencia, no es solo abstracción conceptual. Los evangelios tienen prioridad porque están las palabras de Jesús. Con esto, adquirimos la base de la predicación, del conocimiento y de la conducta. Por supuesto, aplicado con sabiduría espiritual. Recordemos que la sabiduría es la aplicación experiencial del conocimiento adquirido.


        El Señor viene, todos conocemos esa exhortación. Necesitamos diligencia en la fe y conocer a Cristo, según el apóstol Pedro: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3:18). Por eso, es importante relacionar la predicación y la adquisición de conocimiento bíblico. No debemos predicar cualquier tontería, esto no es improvisación. Existe la espontaneidad en la predicación, sin embargo, es peligrosa cuando no existe el hábito de estudiar la Biblia, por eso, existen predicaciones desbalanciadas, unos diciendo cahuines, doctrinas de demonios y herejías, otros sin afecto cuando reprenden por desconocer intencionalmente la ética que exige el conocimiento de Dios, porque se rompe el balance entre las disciplinas de oración y estudio teológico. Esto pasa cuando se descuida el área intelectual por enfatizar el área emotiva, una predicación legalista y sin misericordia: “son gusanos, santidad externa, todo es del diablo”, por un lado; por otro, cuando se enfatiza en sentido contrario, como resultado, una predicación fanatizada, emocionalista: “siento esto, soñé esto, Dios me dijo y tuve una visión, la letra mata...”. Así andaban los falsos profetas de antaño y muchos impíos engañando a los hermanos, porque no crecían integralmente.


        La vida cristiana procura en la predicación un sólido conocimiento de Dios, un uso redimido del intelecto para seguir creciendo en el Señor. Esto es parte de una obediencia holística.


Intelectualismo y teología

        La fe cristiana, aunque implique el razonamiento, el intelecto para comprender aspectos del evangelio, discernir, no es intelectualismo. La teología es un método de estudio que aborda el conocimiento de Dios, el estudio de Dios. La teología cristiana especifica el estudio de Dios desde una cosmovisión cristiana y bíblica. El intelectualismo aportó al conocimiento humano, también en la teología cristiana, pero es de tomar en cuenta su “preeminencia por el intelecto” (Real Academia Española, 2024), esto es de cuidado. No hay problema si el conocimiento adquirido se obtiene de la experiencia, considerando los sentimientos y las conductas, tanto internas como externas usando el intelecto y es normal que ese contenido quede en la mente, en escrito, en libros y artículos, de eso se trata el intelectualismo, pero el detalle está cuando nuestra experiencia cristiana se queda en lo abstracto (términos y conceptos abstraídos de la experiencia), es decir, divorciada de las necesidades emotivas y conductuales. La sana doctrina como doctrina no es acumulación de conocimientos abstractos, sino una doctrina íntegra, sistémica u holística dicen otros, que aborda en la obediencia la conducta, el intelecto y las expresiones emocionales:


Pero tú habla de lo que vaya de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su porte y maestras del bien, no calumniadoras ni esclavas del vino; deben enseñar a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas y sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; preséntate tú mismo en todo como ejemplo de buenas obras y muestra en la enseñanza integridad y seriedad, con palabras sanas e irreprochables, de modo que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de ustedes. Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos y a que les agraden en todo; que no sean respondones ni los defrauden, sino que se muestren fieles en todo, para que en todo engalanen la doctrina de Dios, nuestro Salvador.(Tito 2:1-10 RVC).


        La teología debe encaminarse a lo mismo, a que construyamos una teología sistémica u holística que considere todos los aspectos posibles en cuanto a la adquisición de conocimientos como el intelectualismo, pero que no quede en teorías no intentadas que descuidan la praxis. Esa preeminencia que sea para todas las áreas antropológicas y no solo en el intelecto. En términos sencillos, el hermano del Señor, Santiago ya nos advirtió sobre esto: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Por eso, el estudio bíblico es obediencia, no es solo conocimiento intelectual y no se limita a la abstracción de conocimientos.


        Con esto, no estoy demonizando el intelectualismo, pues existen aportes de este, sino para hacer una diferencia en un cristiano y en consistencia con la sana enseñanza cristiana, el fin no es acumulación de conocimientos, aunque vengan de la experiencia, sino una obediencia íntegra, en la gracia, por fe. Que ese conocimiento no quede preeminentemente acumulado en nuestro intelecto, sino aplicado experiencialmente de manera sistémica, una enseñanza encarnada de virtudes como prudencia, pureza, sin calumniar: eso es lo que entiendo por vida cristiana, pero congregaciones en occidente, se hace diferencia entre lo teórico y práctico como si fuesen enemigos, y se concibe el estudio bíblico solo en un plano intelectual, también como algo no práctico, siendo que estudiar la Biblia es obediencia, parte del intelecto y se completa experimentando esa obediencia sistémicamente. Esto es por ese exceso de descuidar experimentalmente la aplicación de la enseñanza adquirida.


        Tampoco estoy en contra que hermanos tengan tendencias a priorizar el intelecto cuando se trata de la fe, Apolos era poderoso en las Escrituras (Hechos 18:24). Agustín de Hipona (354-430), Erasmo de Róterdam (1466-1536), Martín Lutero (1483-1546), Juan Calvino (1509-1564), Jacobo Arminio (1560-1609), Juan Wesley (1703-1791), Norman Geisler (1932-2019), N.T. Writ (1948), Henry Orton Wiley (1877-1961), Craig Keener (1960), Gino Iafrancesco (1951-2017) fueron y alguno son creyentes con gran intelecto. Debo reconocer que existen dones del Espíritu que requieren, digamos “preeminencia” del intelecto para funcionar mejor. El don de enseñanza (Efesios 4:11) de conocimiento, de sabiduría, de discernimiento de espíritu (buenos en evaluar) para capacitar al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:1-13; Efesios 4:12), especialmente a quienes no tengan esos dones y necesiten cubrir esas necesidades intelectuales, pero ojo, para aplicarlos experiencialmente y no acumularlos abstractamente. Esto es una excepción o una regla para estos casos, pues, ¿quién soy para oponerme a la voluntad de Dios? Recordemos que un don espiritual es una capacidad o facilidad dada por Dios a cada creyente, para nuestra edificación. Si el Señor dota con estos dones espirituales que implica un trabajo considerable del intelecto, doy gloria a Dios, sin embargo, no elimina la necesidad de vivir una vida íntegra.


En la sabiduría y la conducta

        Importante discernir qué tipo de sabiduría y conocimiento estamos adquiriendo, porque no toda sabiduría viene del Señor, tampoco todo conocimiento. Discernir para ejercer una función en el cuerpo de Cristo. Un cristiano es tropiezo por enseñar la verdad sin buen carácter. 


        El conocimiento y la sabiduría bíblica son fundamentales en una vida de obediencia, pero conociéndola espiritual y no solo intelectual: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63), aquí entra en la ecuación la importancia de la oración, cultivar una sólida comunión con Dios para concebir espiritualmente en nuestra experiencia la palabra de Dios. El conocimiento espiritual cuando se une a la sabiduría produce virtudes, presupone un conocimiento que nos hará más piadosos. ¿Cómo saber si estoy conociendo y adquiriendo sabiduría espiritual?, con una vida piadosa. Cuando manifiesto una actitud pacifica, amable, misericordiosa, paciente, verdadera, justa, etc., aplicando ese conocimiento con sabiduría, característico del fruto del Espíritu. Eso debemos manifestar al adquirir conocimiento de Dios, en específico, conocimiento espiritual: ¡Que todo esté relacionado con lo espiritual!


¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría. Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad. Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y diabólica. Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal. Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina. Y el fruto de la justicia se siembra en paz para los que trabajan por la paz. (Santiago 3:13-18 RVC).


        Por eso, es sabiduría de lo alto y el nacido de nuevo es nacido de lo alto, nacido del Espíritu (Juan 3:3-6), esto debe concordar en nosotros, de lo contrario, es envanecimiento, soberbia y conocimiento pecaminoso, fundamentado en el árbol del conocimiento del bien y del mal, donde Adán y Eva comieron de su fruto (Génesis 2:17). Este es otro motivo para no depender solo del conocimiento intelectual, por eso, es importante discernir qué tipo de conocimiento estamos adquiriendo y entra en juego el área emotiva, también podría decir “mística” de la oración. Unidos el área intelectual y emotiva, es decir, meditación bíblica y oración, podemos aplicar espiritualmente estos conocimientos en la vida. Esto añade a una vida cristiana íntegra.


        “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardará; Ámala, y te conservará” (Proverbios 4:5) dijo el proverbista, hablando de la enseñanza de un padre a su hijo, ¿cuánto más nosotros teniendo un Padre celestial con una enseñanza de sabiduría e inteligencia espiritual?, recordemos tener la mente de Cristo para discernir espiritualmente, así expresó el apóstol Pablo: 


Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, explicando lo espiritual en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque «¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?».Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:12-16 NVI).


        Nuestra predicación y compresión teológica deben armonizarse con la experiencia para ser verdadera sana doctrina.


El conocimiento irreverente

        Existe dentro de la fe la inmadurez espiritual. Es normal porque todos fuimos inmaduros, nuevos en la fe. El Señor con su palabra escrita dio indicaciones para crecer espiritualmente, ejemplo, de la gran comisión se puede deducir un continuo discipulado: ”Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19.20). Siempre habrán problemas en la iglesia, divisiones para saber quienes son más aptos para sobrellevar responsabilidades de quien no: “Pues, en primer lugar, oigo que cuando os reunís como iglesia hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo. Porque es necesario que entre vosotros haya bandos, a fin de que se manifiesten entre vosotros los que son aprobados” (1 Corintios 11:18-19). Lo anormal es estancarse en ese estado inmaduro:


Ésta es palabra fiel: Si alguno anhela ser obispo, desea una buena obra. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible y que tenga una sola esposa; que sea sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no afecto al vino, ni pendenciero, ni codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción y con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); no debe ser un neófito, no sea que se envanezca y caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en los lazos del diablo (1 Timoteo 3:1-7 RVC).


        Cuando un nuevo no es disciplinado, no se desarrollará bien, estará desequilibrado. Lo peor de todo, se vuelve irreverente. Por no dejarse enseñar y por no haberse abordado al principio, se encarna la realidad de decir y no hacer. Existen muchas formas de hipocresía, pero en la iglesia pleno siglo XXI interconectada se puede observar corazones guiados por impulsos desordenados. La hipocresía ensucia el evangelio, es contraria a Cristo. Nos impide vivir holísticamente la vida cristiana porque es su polo opuesto. 


Trol de internet y la iglesia

        Es triste notar por ejemplo, esa oleada de “trol de internet” con nombres de denominaciones cristianas, páginas cristianas, cristiano. Pueden decirse reformadas, pentecostales, antiateas, presbiterianas, o también apologistas y "defensores de la sana doctrina", pero sin madurez, es decir, corazones gobernados por sus concupiscencias, similar a impíos que Jesús reprendió en su tiempo en Mateo 12:34, diciéndoles "de la abundancia del corazón habla la boca". Muestran un fruto de irreverencia ante Dios por dichos y actitudes vestidas de humor. Esto trastorna la fe débil de ciertos hermanos, estorba la iluminación de Dios y la salvación a los incrédulos. Es lamentable que administradores de esas páginas o canales de YouTube, con descaro, enuncian estar "siendo perseguidos y criticados por decir la verdad" cuando son reprendidos, para justificar sus faltas de respeto y no cambiar de proceder, es decir, "justificar" su carnalidad. Simplemente, no reflejan sabiduría bíblica. No reflejan cristianismo.


        Cuando descuidamos las virtudes o el conocimiento práctico de la moral cristiana, se vuelve una vida que no está en integridad. Todos peligramos con este asunto, ¿vemos la importancia de enfatizar una vida sistémica o íntegra?


Excusas diabólicas vestidas de humor

        El humorista para ofender, insultar y tirar indirectas, se escuda en el humor. Quienes perciben esta situación son tachados de muy grave, de amargado o de exagerado, para justificar su mal proceder, como típico manipulador y narcisista. Lo mismo con supuestos troles cristianos en sus páginas, para ofender a otras denominaciones usando la mofa, el insulto, abusando del sarcasmo, pero escudándose como páginas trol. Igual al modus operandi de algunos humoristas. Es una forma de pensamiento sectario que destruye al prójimo.


El verdadero sentido del humor

        No estoy en contra del humor, porque es necesario, tampoco del sarcástico de vez en cuando. El humor sirve para tratamientos psicológicos y para gozar de una vida espiritual fructífera: “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17); “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe” (Gálatas 5:22). Con la alegría constante podemos sobrellevar dificultades con más facilidad. El buen sentido del humor es un regalo de Dios, para sanar y alegrar, no para destruir al pecador ni a nuestros hermanos. Por eso, el proceder de este prototipo de "trol cristiano" de Internet es contrario a Dios. El buen humor hace bien, por eso tiene la palabra buen, de bien.


        Hay excepciones dentro de las páginas trol y de hermanos, porque no son todos. Sin embargo, no estoy de acuerdo del abuso destructivo e irreverente ante el Señor. En lo anterior, no hay sabiduría, no hay conocimiento espiritual, no edifica, no hay amor, tampoco integridad. Somos irreverentes cuando no tratamos la inmadurez, por eso, la necesidad de ser integrales cuando vivamos para Cristo.


El uso destructivo del humor

        Cuando hay racismo, xenofobia, acoso, autoritarismo, manipulación y toda esa gama que puede considerarse como "discurso de odio", es destructivo. Todo lo que atenta contra la dignidad humana, creada por Dios no puede ser amor al prójimo, amor a Dios y la libertad de expresión tiene sus límites: siempre y cuando no afecte la dignidad del otro. Pero el “trol cristiano” de Internet pasa por alto las implicancias del verdadero amor al prójimo; es un idólatra de la contienda. Para algunos su “apologética” es ridiculizar, no santifican su corazón y usan la fe cristiana en vano. Esto no es nada nuevo y fuera de lo común. No es necesario apelar a los derechos humanos de la ONU, a Cantinflas, Kauffman, Aristóteles, Chavo del ocho ni apelar detalladamente a los estudios de ciencias sociales para saber, en esencia, lo que es bueno y malo; lo que sana y destruye; lo verdadero y falso. Basta con apelar a Jesús en el sermón del monte (Mateo 5-8) o al decálogo de los diez mandamientos en Moisés (Éxodo 20). Nunca será justificado ante Dios una falta de respeto o discurso de odio disfrazado de humor.


        Tiene que ver con la actitud del corazón, tiene que ver con la falta de humildad, si somos gobernados por pasiones desordenadas o por el Espíritu. Más aún cuando usamos las palabras de Dios. Las Escrituras dicen: "Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio" (Mateo 12:36). Esto es de temer, porque un proverbio dice: "así es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando?" (Proverbios 26:19). Muchos atacan a hermanos de un sector teológico y luego se justifican con bromear o "no es para tanto" (hablando de cosas vanas). ¿Será así? Si realmente fue broma, ¿no sería mejor evitar esa broma para no ocasionar una reacción pecaminosa en ellos?, ¿qué tal si por usar mi derecho de bromear con ese asunto delicado, hice más daño que provecho?, ¿qué tiene esto de sabiduría de lo alto y verdad plena de la palabra de Dios?


        Lo siguiente es acertado: "Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica. Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo". (1 Corintios 10:23-24). La importancia de conocer a Dios en su máxima expresión, nuevamente lazo evidente en conducta, emociones e intelecto: íntegra.


No se trata de reduccionismos

        Por eso, la vida cristiana, aunque se fundamenta en Cristo y demanda apartarse del mundo, no está ajena a todo lo que pasa. No está reducida a algunos aspectos. 


        En occidente, tenemos heredado un entendimiento filosófico racionalista, donde se separa lo abstracto de lo tangible, dualismo entre teoría y práctica, sobre todo, modernista, esto quiere decir, un enfoque materialista o positivista en estudios del método científico como superior a todo lo demás aspectos antropológicos del ser humano y el creyente no está exento de eso.


        En los seminarios e instituciones escolares enfatizan todavía los conocimientos pasivos en la impartición de contenido, enfatizan todavía lo técnico como más importantes de las necesidades humanas. La influencia del capitalismo, en especial, la meritocracia lleva a un desbalance y, si no se abordan bien sus implicancias, a idolatrar los resultados, lo que deja más ganancia monetaria, por encima de progresar en la piedad por ejemplo. Se prioriza el progreso, que no es malo, sin embargo, olvidarse de otros aspectos del ser humano, descuidar lo emotivo, las gestiones y relaciones interpersonales, las necesidades individuales y sociales crea ese desbalance. Esto sí o sí repercute en nuestras congregaciones. En los seminarios de enseñanza bíblica se imparten conocimientos teológicos usando las mismas modalidades. Se entiende que lo hacen de buena fe. Aprovechan las acreditaciones de un estado para que sus instituciones puedan ser accesibles y diseminado por el mundo. Es influencia de nuestra cultura Latinoamericana, que a su vez fue influenciada por la cultura europea, de donde se desarrolló la ilustración en el siglo XVIII. Cabe destacar que si hay oportunidad de capacitarse en institutos bíblicos, es de provecho, pero es nuestra responsabilidad corresponder experimentalmente y por ejemplo, aplicar en nuestra congregación todo lo aprendido, marcar esa diferencia para no caer en reduccionismos, polarizaciones, dualidades, es decir, inconsistencias: oidores olvidadizos de obras.


        Los reduccionismos comienzan a emerger cuando se abandona un aspecto del ser humano, por lo tanto, del cristiano. Las presuposiciones de algunos hermanos giran en torno a dicotomías extremas donde surgen el autoritarismo de pensamiento, el dogmatismo, el fundamentalismo u otra variante de sectarismo: proclaman una verdad, pero se van al extremo de negar otras verdades, por ejemplo, decir la verdad puede generar odio y amor, pero algunos solo enfatizan generar odio y ofender, presuponiendo que la verdad de esa reacción de odio por decir la verdad siempre es así, en todos los casos; otros solo enfatizan hacer sentir cómodos o decir la verdad dulcemente, presuponiendo que “la verdad siempre tiene que gustar y no generar reacciones incómodas”. Esto es ser autoritario o fundamentalista en cuanto a lo que genera la verdad de Dios, parten de un polo de la verdad, pero niegan el otro, siendo que la verdad puede generar disgusto como gusto en el pecador y el Señor habla al corazón dependiendo de las necesidades de los demás, sea para corregir un pecado (generar disgusto) o hacer justicia (generar gusto) cuando uno es protegido y consolado a raíz de una injusticia vivida. La religión cristiana no se reduce a emociones. Las emociones son buenas, pero enfatizar solo este aspecto en el creyente es abandonar los otros como el intelecto y el comportamiento. El cristianismo no se reduce al comportamiento, a la práctica, es decir, a la actividad religiosa. Son necesarias para nosotros y los demás las buenas obras, porque son maneras prácticas de bendecir a los demás, es una manera de demostrar amor, pero enfatizar solo este aspecto y abandonar la necesidad intelectual, y emotiva propias de nosotros es desconocer los otros. La vida cristiana no se reduce al intelecto. Somos bendecidos por Dios al tener consciencia, individualidad y una mente para comprender nuestro alrededor. De nosotros mismos y de la cultura construimos conocimiento intelectual, donde surge una filosofía llamada “intelectualismo”. El problema es considerar lo intelectual y abandonar lo emotivo, y conductual. La fe no es mero conocimiento ni solo ejercicio intelectual. El Señor fue contundente cuando dijo: 


Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos (Marcos 12:30-31).


        Encerrando íntegramente, hasta dice “y con todas tus fuerzas”, además no solo es vertical sino horizontal, amando al prójimo, una práctica. Es contundente.


Conclusión

    Entonces:


  • Debemos procurar aplicar experiencialmente el conocimiento de Dios
  • Somos influenciados por Dios y la cultura, pero nos corresponde separarnos de lo malo, y la aplicación de la sana doctrina holísticamente.
  • La predicación debe influir íntegramente nuestra vida y cultura, con un sólido conocimiento de Dios aplicado experiencialmente
  • Una teología sana no es intelectualismo. Una teología íntegra considera los aportes intelectuales como el intelectualismo, pero procura la aplicación experiencial: conducta, intelecto y emociones. No se limita a una acumulación abstracta del conocimiento que puede suceder con una teología meramente intelectual o que tiene preeminencia por el intelecto.
  • Discernir la sabiduría adquirida. La inmadurez, la irreverencia y el troleo abusivo no reflejan sabiduría espiritual.
  • No solo acción, no sola expresión emotiva ni solo intelecto. Son todas a la vez. No a los reduccionismos. La vida cristiana es íntegra.


    La vida sistémica que planteo no es nada nueva, el Señor ya lo previo y Santiago advirtió en cuanto a ser practicantes de la enseñanza. Es una conceptualización actualizada dado que existen desenfoques o reduccionismos, pero con otros nombres. Estoy haciendo eco de quienes anteriormente advirtieron sobre este asunto.


    La gracia y la paz del Señor sea con todos ustedes. Amén.


Notas al pie:

1. Hacer división en dos partes radical de un asunto.

2. “Textus Receptus”. Menciono lo de “crítico”, porque Erasmo hizo un trabajo de crítica textual.

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